
Nvidia ya no compite: gobierna
Nvidia dejó hace tiempo de ser una empresa de placas gráficas. Hoy es el corazón energético del boom mundial de la Inteligencia Artificial (IA). Su liderazgo es tan dominante que cada nuevo trimestre redefine no solo su negocio, sino toda la industria.
Los resultados más recientes lo confirman: ingresos por US$ 57.0 mil millones (+62 % interanual y +22 % trimestral).
En particular, su división de centros de datos generó US$ 51.2 mil millones (+66 % interanual y +25 % secuencial).
El margen bruto GAAP fue de 73,4 % y el EPS diluido alcanzó US$ 1,30 por acción.
Para Jensen Huang, su CEO, esto no es una burbuja, sino un punto de inflexión histórico, donde la IA comenzará a transformar industrias completas: ciencia, manufactura, logística, robótica, sector público, medicina, defensa y más.

La nueva Nvidia: infraestructura global, supercomputadoras y ciencia
El presente de Nvidia no es solo hardware: es un ecosistema integrado y cada vez más difícil de desafiar.
Supercomputadoras nacionales en EE.UU., Japón y otros países, construidas con arquitecturas Nvidia.
Desarrollo del concepto Physical IA, que busca llevar la inteligencia artificial al mundo físico: robots, fábricas autónomas, simulaciones industriales.
Expansión del software propietario: CUDA, Omniverse, Isaac, digital twins, robótica avanzada y computación científica.
Nuevas arquitecturas —Blackwell (Ultra), Rubin, Vera— con saltos de potencia que la competencia aún no logra igualar.
Nvidia ya no vende chips: diseña el futuro mismo de la computación.

Qué esperaba el mercado… y qué espera ahora
El mercado anticipaba un trimestre sólido. Nvidia entregó uno descomunal y ahora las expectativas se dispararon:
Centros de datos rumbo a los US$ 65 mil millones en el próximo trimestre fiscal.
Mantener la ventaja tecnológica frente a Google, Amazon, Meta y otros que diseñan chips propios.
Que la IA generativa crezca más rápido que la adopción histórica de internet.
Que la compañía sostenga producción y logística pese a tensiones geopolíticas, demanda energética y regulaciones crecientes.
Resultado: Nvidia influye no solo en Silicon Valley, sino en la política industrial global.

Los riesgos que casi nadie quiere nombrar
El entusiasmo es gigantesco, pero la concentración nunca viene gratis. Los riesgos son estructurales:
Dependencia extrema de pocos clientes, lo que amplifica cualquier desaceleración.
Tensiones geopolíticas (EE.UU.–China) que pueden restringir ventas clave y cadenas de suministro.
Competidores con chips propios que podrían erosionar gradualmente el dominio de Nvidia.
Una suposición riesgosa: que la demanda de IA seguirá creciendo al ritmo actual.
El escenario es dominante, sí, pero no invulnerable.
Qué significa esto para América Latina y especialmente para Argentina
Para países como Argentina, la relevancia de Nvidia es doble y estructural:
Dependencia tecnológica total: la infraestructura avanzada de IA depende casi exclusivamente de chips Nvidia.
Brecha de acceso: el costo del hardware es prohibitivo en economías con restricciones.
Oportunidad: universidades, startups y empresas pueden aprovechar el ecosistema de software sin necesidad de fabricar hardware.
Debate de soberanía tecnológica: si la IA será el nuevo petróleo, quienes no accedan a infraestructura quedarán fuera del juego global.
Nvidia no solo lidera el mercado: define quién puede competir.

Nvidia en modo imperio
Hoy Nvidia está en su apogeo. Su tecnología sostiene el boom de la IA, sus ingresos superan todo lo esperado y su influencia es geopolítica.
Pero esa magnitud exige preguntas profundas:
¿Puede sostener el liderazgo?
¿Estamos ante una concentración tecnológica inédita?
¿Qué implica esto para países dependientes de potencias tecnológicas?
En un mundo donde la IA será la base del poder económico, Nvidia ya no es solo una empresa: es una pieza del orden mundial.