La investigación de CheckNews (Libération) y otros medios franceses como L’Indépendant y Midi Libre destapó lo que ya algunos técnicos internos venían advirtiendo: la seguridad digital del museo estaba tan deteriorada como sus muros más antiguos.

Contraseñas de museo: “LOUVRE” y “THALES”
En los servidores del museo, los expertos encontraron accesos protegidos por contraseñas tan simples como “LOUVRE”, que permitía ingresar directamente al sistema de videovigilancia, o “THALES”, vinculada a otro software de seguridad. El hallazgo fue documentado en auditorías internas realizadas desde 2014 por la Agence nationale de la sécurité des systèmes d’information (ANSSI), la autoridad francesa en ciberseguridad.
“Una vez obtenidos estos accesos, es posible comprometer toda la red de seguridad”, advertía uno de los informes, al que tuvo acceso la prensa francesa. En otras palabras: bastaba con conocer el nombre del museo para manipular cámaras, abrir puertas o acceder a servidores sensibles.
Sistemas que quedaron en el tiempo
A las contraseñas vulnerables se sumaba un segundo problema: el parque informático del Louvre funcionaba en parte con Windows 2000, un sistema operativo abandonado por Microsoft desde hace más de una década. Sin actualizaciones ni soporte, estas máquinas eran imposibles de proteger con antivirus modernos o parches de seguridad.
Los auditores señalaron que algunos de los sistemas de control de acceso, alarmas y videoprotección seguían conectados a estas terminales, lo que dejaba la red “expuesta a una intrusión casi trivial”.

Diez años de advertencias ignoradas
Los informes de 2014, 2017 y posteriores describen una serie de “obsolescencias persistentes”. Los equipos técnicos del museo habían advertido sobre la dificultad para actualizar los dispositivos, pero los planes de modernización se fueron posponiendo por limitaciones presupuestarias y complejidad técnica.
La revelación adquiere un peso especial tras el robo ocurrido en octubre de 2025, cuando una pieza del fondo del museo fue sustraída en circunstancias aún bajo investigación. Si bien las autoridades no confirmaron un vínculo directo entre el ciberdescuido y el hecho delictivo, la coincidencia temporal reavivó la polémica sobre la protección de los bienes culturales en la era digital.
La ciberseguridad, nuevo patrimonio
El caso del Louvre no es aislado. Museos y archivos de todo el mundo enfrentan el mismo dilema: proteger colecciones milenarias con infraestructuras informáticas pensadas para otra época. En 2023, la Galería Uffizi de Florencia reportó un intento de hackeo; en 2024, el Museo Británico admitió la pérdida de datos de inventario tras un ataque de ransomware.
Expertos en seguridad consultados por Inteligencia Argentina señalan que los museos concentran tres riesgos: redes obsoletas, personal subentrenado y dependencia de proveedores históricos sin renovación tecnológica. “Cuando la digitalización del patrimonio no va acompañada de ciberseguridad, el riesgo es doble: perder datos y abrir una puerta a delitos físicos”, explica un analista de GovTech europeo.

Una lección para el mundo cultural
El escándalo del Louvre deja un mensaje claro: la cultura también necesita firewalls. Las contraseñas deben ser tan cuidadas como las obras que protegen, y los sistemas tan modernos como las cámaras que las vigilan.
La ciberseguridad, más que un gasto, se ha convertido en una forma contemporánea de conservación del patrimonio.