
Armas para negar sin destruir
Meadowlands es el más reciente integrante del arsenal de guerra electrónica de EE.UU., diseñado por L3Harris Technologies para la U.S. Space Force. Su función: interferir las comunicaciones de satélites de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) de potencias rivales como China o Rusia.
A diferencia de los antiguos misiles antisatélite, el objetivo de Meadowlands no es destruir, sino “cegar” temporalmente los ojos orbitales del adversario. En términos técnicos, se trata de un sistema terrestre que emite señales de interferencia hacia satélites enemigos, desorganizando su capacidad de enviar y recibir datos.
Según fuentes del Departamento de Defensa citadas por Bloomberg y South China Morning Post, el programa busca superar al sistema Counter Communications System (CCS), operativo desde 2019, al ofrecer una mayor cobertura, modularidad y control remoto.

Los “Remote Sensing Terminals”: antenas modulares y móviles
Junto a Meadowlands, la Fuerza Espacial desarrolla los llamados Remote Sensing Terminals (también denominados Remote Modular Terminals), dispositivos compactos y desplegables que pueden operar en entornos hostiles. Su característica central es la movilidad y el control remoto, permitiendo realizar operaciones de interferencia desde bases seguras o incluso a miles de kilómetros de distancia.
De acuerdo con documentos del portal de contrataciones SAM.gov, ambos sistemas se integrarán en una infraestructura conocida como Space Electromagnetic Warfare Operating Location (SEWOL), un entorno donde la Fuerza Espacial prueba tácticas y doctrinas de guerra electromagnética.
El despliegue de Meadowlands y los RST ocurre en un contexto de rápida expansión del poder espacial chino. Pekín cuenta hoy con más de 1.100 satélites operativos, de los cuales unos 500 cumplen funciones de inteligencia y observación. Para Washington, esta red orbital representa una amenaza directa a la seguridad de sus tropas y aliados.

“Las capacidades de interferencia reversibles como Meadowlands son esenciales para mantener la superioridad espacial sin escalar hacia un conflicto destructivo”, sostuvo un alto funcionario citado por Defense News.
Mientras EE.UU. perfecciona su sistema Meadowlands, China impulsa sus propias contramedidas y Rusia mantiene en secreto proyectos de “bloqueo satelital” basados en microondas. Europa, por su parte, discute la creación de una “fuerza espacial común” dentro del marco de la OTAN.
Para América Latina, la cuestión no es lejana: el auge de la observación satelital, las redes 5G y la gestión climática por imágenes requieren cada vez más una diplomacia espacial clara, capaz de resguardar intereses civiles y científicos ante la creciente militarización de la órbita terrestre.
Meadowlands y los Remote Sensing Terminals marcan el inicio de una nueva fase: la guerra electromagnética orbital. Una disputa silenciosa por el dominio del espacio, donde los combates no dejan cráteres, pero pueden apagar —en segundos— los ojos digitales del mundo.