NUEVAS TECNOLOGÍAS

Publicado 07/11/2025

OmeTV y la urgencia de una regulación para las apps de videochat

Plataformas como OmeTV se convirtieron en un espacio de alto riesgo, especialmente para menores de edad y usuarios sin conciencia plena de los peligros que implica la exposición digital anónima.
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Plataformas como OmeTV se convirtieron en un espacio de alto riesgo, especialmente para menores de edad y usuarios sin conciencia plena de los peligros que implica la exposición digital anónima.

Argentina carece hoy de una regulación específica que aborde el funcionamiento de las llamadas videochat apps aleatorias, servicios que, como OmeTV, conectan de manera instantánea a dos usuarios sin filtros ni control real sobre su identidad, edad o intenciones.

 

 

Aunque la legislación argentina cuenta con normas generales sobre protección de datos personales (Ley 25.326) y delitos informáticos (Ley 26.388), ninguna contempla la dinámica de plataformas globales que operan sin presencia formal en el país ni mecanismos de control parental incorporados.

Estas apps no verifican la edad, no aseguran la trazabilidad del usuario y rara vez mantienen registros que permitan rastrear comportamientos delictivos o abusivos.

Las denuncias, si existen, llegan tarde: cuando el daño psicológico o moral ya está hecho, y cuando el material (una captura o grabación) puede circular sin control en la red.

En este escenario, la autorregulación empresarial no alcanza.

Las políticas de “no contenido sexual” o “uso exclusivo para adultos” quedan en el plano de la declaración de principios: no hay tecnología ni recursos humanos suficientes para garantizar su cumplimiento efectivo.

 

 

 

Un riesgo silencioso y cotidiano

 

La falta de regulación local genera una tormenta perfecta.

Menores que, desde un celular sin supervisión, acceden a una experiencia que parece inofensiva —“charlar con alguien del otro lado del mundo”— y terminan expuestos a acoso, manipulación, violencia verbal o sexual.

Y detrás de esa conexión “anónima”, puede haber un adulto con fines delictivos, grabando la conversación o recopilando información personal.

A la vez, la cultura digital argentina, aún sin una política sistemática de educación digital temprana, no prepara a los adolescentes para identificar los riesgos de la exposición online ni para reconocer prácticas de grooming o chantaje.

La consecuencia es que el riesgo digital se naturaliza, como si fuera el costo inevitable de vivir conectados.

 

 

Frente a este vacío, Argentina necesita un plan integral de regulación, prevención y concientización que abarque tanto el nivel legal como el cultural y educativo.

 

1. Marco legal específico

 

Ley de verificación digital de edad: exigir que toda aplicación que permita interacción audiovisual entre desconocidos implemente sistemas automáticos de control de edad, como ya discuten la Unión Europea y Australia.

Registro obligatorio de plataformas de videochat: las empresas que operen con usuarios argentinos deberían registrar un representante legal local y garantizar un canal de denuncias en castellano.

Responsabilidad compartida: incorporar la figura de corresponsabilidad digital entre empresa y usuario adulto, para que la omisión de controles no quede impune.

Reformas penales actualizadas: tipificar como agravante el uso de apps de anonimato para el acoso digital o el grooming.

 

2. Campañas de prevención y alfabetización digital

 

Campaña nacional de concientización “Tu cámara no te protege”: una iniciativa pública y privada para alertar sobre los riesgos de los chats aleatorios, al estilo de las campañas viales o de ciberacoso escolar.

Formación docente obligatoria: incorporar módulos de “cuidado digital y privacidad” en programas de Educación Sexual Integral (ESI) y Ciudadanía Digital.

Talleres para padres y tutores: acompañar la alfabetización digital con guías prácticas sobre control parental, apps seguras y señales de alerta frente al grooming.

 

3. Difusión responsable y comunicación social

 

Protocolos para medios y creadores de contenido: promover que influencers, programas educativos y medios digitales aborden estos temas desde la pedagogía, no desde el morbo.

Acuerdos con plataformas tecnológicas: impulsar alianzas entre el Estado, las telcos y organizaciones de derechos digitales para promover entornos seguros de interacción juvenil.

Etiqueta digital nacional: establecer un sello o distintivo oficial para apps que cumplan con criterios mínimos de protección infantil, privacidad y moderación efectiva.

 

 

 

La regulación es indispensable, pero no suficiente.

El desafío de OmeTV y de todas las plataformas similares no es solo jurídico: es cultural y educativo.

Requiere enseñar a una generación entera que la cámara del celular no es un escudo, que la intimidad no se negocia por entretenimiento, y que el anonimato digital no elimina la responsabilidad.

 

 

Argentina tiene una oportunidad de adelantarse: de construir un modelo de gobernanza digital que priorice la protección y la educación antes que la censura.

La falta de regulación no es solo un vacío legal, es una falla cultural que puede costar caro en términos de salud mental, privacidad y bienestar de los menores.

Regular, educar y difundir: esa debería ser la nueva tríada de la política digital argentina.