La iniciativa surge en un contexto complejo: la empresa matriz Match Group reconoció que los ingresos de Tinder cayeron un 3 % interanual durante el tercer trimestre de 2025 y que los usuarios pagos se redujeron un 7 %. Aun así, Match registró ingresos totales de 914,2 millones de dólares, apenas por debajo de las estimaciones del mercado.

IA, datos personales y privacidad
Según explicó Spencer Rascoff, CEO de Match Group, Chemistry se encuentra en fase piloto en Nueva Zelanda y Australia y será “un pilar central de la nueva experiencia de producto de Tinder en 2026”.
La herramienta funciona mediante un sistema de IA que:
formula preguntas personalizadas sobre gustos, hábitos y personalidad,
y, con permiso del usuario, accede al carrete de fotos del teléfono (Camera Roll) para analizar imágenes no publicadas y así inferir intereses y compatibilidades.
El objetivo declarado es mejorar la precisión de los emparejamientos, por ejemplo, identificando aficiones compartidas (como excursiones o deportes al aire libre) a partir de las fotos.
Sin embargo, el movimiento abre interrogantes sobre la privacidad, ya que los beneficios para el usuario final parecen menores en comparación con el nivel de acceso solicitado. De hecho, Meta lanzó recientemente una función similar, también basada en IA, que pide analizar fotos privadas para sugerir ediciones o publicaciones.

Golpe a los ingresos y desafíos de mercado
Match Group advirtió que la implementación experimental de Chemistry tendrá un impacto negativo de 14 millones de dólares en los ingresos directos de Tinder durante el cuarto trimestre.
Esto llevó a la empresa a ajustar su proyección de ganancias entre 865 y 875 millones de dólares, por debajo de los 884,2 millones esperados por analistas.
Más allá de la nueva función, Tinder también está aplicando IA en otras áreas:
Un sistema de alertas con modelos de lenguaje (LLM) que advierte a los usuarios antes de enviar mensajes potencialmente ofensivos con la pregunta: “¿Estás seguro?”.
Un asistente de selección de fotos, que ayuda a elegir las imágenes con mejor rendimiento para el perfil.
La plataforma también ha probado modos de citas, encuentros dobles, verificación facial y rediseños de perfil para intentar reconectar con un público cada vez más escéptico.

Una generación menos digital
El desafío es estructural. Tinder enfrenta una fatiga generacional en el uso de apps de citas: muchos jóvenes priorizan experiencias presenciales o limitan su gasto en suscripciones digitales ante la pérdida de poder adquisitivo.
Mientras el sector busca reinventarse con IA, la pregunta sigue abierta: ¿la tecnología podrá recuperar la química perdida entre los usuarios y las aplicaciones de citas?