La noticia no solo posiciona a Chile como el primer país de la región en desplegar comercialmente esta tecnología, sino que lo ubica entre un grupo exclusivo de pioneros globales —Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda— que ya integran la conectividad satelital móvil a sus servicios comerciales.
Para Starlink, esta alianza es clave: Chile es un país con una geografía extremadamente desafiante —cordillera, desierto, islas, glaciares— y por eso, un terreno ideal para mostrar de lo que es capaz el servicio satelital directo. Para Entel, representa un salto competitivo y una narrativa poderosa: conectar donde nadie más llega.

“Esto salvará vidas”: el impacto detrás de la tecnología
Elon Musk celebró públicamente el acuerdo, subrayando su potencial para zonas aisladas o de difícil acceso: “Esto salvará vidas de personas en lugares remotos”. La frase no es retórica.
En emergencias, desastres naturales o zonas sin cobertura móvil, la posibilidad de activar señal directa desde un teléfono convencional puede marcar la diferencia.
Y más allá de lo crítico, la tecnología abre la puerta a un nuevo estándar de conectividad rural: escuelas, puestos sanitarios, pymes y comunidades aisladas podrían acceder al tipo de conectividad que durante décadas fue una promesa incumplida.
Además, la opción satelital directa reduce la dependencia de inversiones masivas en torres y backhaul, un obstáculo histórico para la inclusión digital en la región.

Un “caso modelo” para América Latina
La alianza Entel–Starlink podría convertirse en un modelo para otros países latinoamericanos que buscan cerrar brechas estructurales de conectividad. Tanto por geografía como por dispersión poblacional, buena parte de la región comparte el mismo desafío: demasiados lugares donde la infraestructura tradicional no escala.
Pero Starlink no llega a la región en formato aislado: a nivel latinoamericano, el ecosistema viene moviéndose con velocidad.
1. IFX, el revendedor regional que prepara el terreno
La empresa IFX Networks cerró un acuerdo para convertirse en revendedor autorizado de Starlink en varios países de la región. Esto permitirá que empresas, gobiernos y organizaciones accedan a servicios satelitales de forma más simple —incluyendo conexiones dedicadas, movilidad y soluciones corporativas.
2. Telefónica también juega: integración global de Starlink
A nivel internacional, Telefónica Global Solutions ya incorporó servicios de Starlink en su portfolio corporativo.
¿La consecuencia? Empresas de América Latina pueden contratar conectividad satelital como parte de soluciones integradas, sin pasar por despliegues complejos ni contratos directos con la compañía de Musk.
3. Crece la presencia de Starlink en mercados locales
En varios países, Starlink ya ofrece internet fijo satelital —y con buena adopción—, lo que crea una base de usuarios, infraestructura y regulación favorable para avanzar hacia modelos “direct to cell” junto a operadores locales.

Qué viene ahora: oportunidades para Chile y la región
La alianza abre un abanico de posibilidades que exceden al sector telecom:
• Gobiernos: conectividad para emergencias, escuelas rurales, centros de salud remotos, monitoreo ambiental e infraestructura crítica.
• Empresas: minería, energía, agro, logística y petróleo —todos sectores donde la geografía complica las comunicaciones.
• Ciudadanía: acceso real a internet móvil en lugares donde nunca hubo cobertura.
• Innovación: despliegue de IoT, sensores remotos, drones conectados, flotas inteligentes y vehículos autónomos en zonas rurales.
Chile se convierte en un laboratorio regional de lo que será la próxima década de conectividad móvil.

Por qué esto importa para Argentina
El anuncio llega en un momento donde Argentina evalúa nuevas estrategias para cerrar la brecha digital y expandir la conectividad rural. La experiencia chilena deja tres aprendizajes clave:
Los operadores pueden acelerar su competitividad aliándose con satélites, no compitiendo contra ellos.
La regulación debe adaptarse rápidamente para habilitar modelos híbridos que combinen fibra, 5G y satélites.
La agenda digital moderna se juega en infraestructura resiliente, capaz de operar incluso donde el mercado tradicional no llega.
Con regiones como la Patagonia, el NEA y la Puna —donde la geografía desafía a cualquier operador— Argentina podría beneficiarse enormemente de un esquema similar.
Una alianza que reescribe el mapa digital de la región
La asociación entre Entel y Starlink no es solo una novedad tecnológica: es el primer capítulo de un cambio estructural para las telecomunicaciones latinoamericanas.
Chile decidió moverse rápido —y eso siempre tiene efectos contagio. Los próximos meses dirán qué otros países y operadores siguen el camino. Lo seguro es que la región acaba de entrar en la era de la conectividad móvil satelital, y el reloj ya empezó a correr.