La decisión de OpenAI de instalar un megacentro de datos de US$ 25.000 millones en la Patagonia, bajo el nombre Stargate Argentina, generó un impacto inmediato en toda la región. El proyecto —desarrollado junto a la empresa argentina Sur Energy— apunta a crear “una base estratégica de cómputo e infraestructura de IA” con capacidad global.
Pero el alcance del anuncio trasciende la frontera nacional: redefine la competencia tecnológica en América del Sur. En un escenario donde los centros de datos son el nuevo petróleo digital, Argentina busca pasar de ser un consumidor de tecnología a un actor de infraestructura crítica.
Brasil: el gigante regional que busca consolidar su liderazgo
Brasil sigue siendo el jugador dominante del ecosistema digital latinoamericano. Según IDC Latin America, concentra el 45 % de los centros de datos de la región, con inversiones recientes de Google, Microsoft y Amazon Web Services (AWS).
El país lidera la adopción de cloud computing y cuenta con una red eléctrica robusta que soporta operaciones de más de 600 MW distribuidos entre São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais. Sin embargo, su costo energético más alto y la alta temperatura promedio encarecen los costos de refrigeración.
En ese contexto, la apuesta de OpenAI en Argentina aparece como una alternativa de eficiencia térmica y energética, aprovechando el clima patagónico y la disponibilidad de recursos renovables. Analistas de BNamericas sostienen que la localización austral “podría darle a Argentina una ventaja competitiva en costo por teraflop de procesamiento”, un indicador clave para los centros de IA.
Chile: estabilidad regulatoria y energía verde como bandera
Chile ha sido durante años el modelo regional en energía limpia y estabilidad institucional. Con proyectos de Google y Huawei en Santiago y Valparaíso, se consolidó como un hub digital con acceso directo a cables submarinos del Pacífico.
Sin embargo, su mercado es más pequeño y carece de espacio geográfico para megainstalaciones. Un informe de Oxford Economics (2024) destaca que los costos de suelo y las restricciones ambientales limitan el crecimiento de centros de datos de gran escala.
Frente a eso, la Patagonia argentina ofrece una ventaja diferencial: territorio disponible, energía eólica y menor densidad urbana, condiciones óptimas para la expansión de la infraestructura IA a gran escala.
Uruguay: el pequeño pero ágil competidor del sur
Uruguay, aunque de menor tamaño, ha logrado una infraestructura digital moderna y eficiente, con más del 98 % de su energía proveniente de fuentes renovables, según el Ministerio de Industria, Energía y Minería.
Montevideo alberga centros de datos de Antel, Google y Huawei, y se ha posicionado como un referente en regulación tecnológica y políticas de datos soberanos. Su desafío principal es la escala limitada: la capacidad instalada uruguaya apenas alcanza los 30 MW, frente a los 500 MW proyectados del Stargate argentino.
No obstante, Uruguay mantiene ventajas en conectividad internacional y gobernanza digital, que podrían servir como modelo para los marcos regulatorios que Argentina deberá definir si quiere sostener inversiones de esta magnitud.
Una competencia de escala, energía y estrategia
El desembarco de OpenAI en Argentina no desplaza a Brasil, Chile o Uruguay, pero redistribuye el poder digital en el Cono Sur.
Por primera vez, el país combina condiciones naturales (energía y clima) con un proyecto tecnológico de escala global.
Como explicó el analista Tomás Fernández, del Center for Latin American Digital Strategy (CLADS), en entrevista con Bloomberg Línea:
“El Stargate argentino tiene un valor simbólico y estratégico. Marca la entrada de Argentina al club de los países que alojan infraestructura crítica de IA. Si se concreta, cambiará la percepción global del país como destino de inversión tecnológica”.
La clave estará en sostener el impulso con políticas estables, talento local y energía limpia. Si eso ocurre, Argentina podría convertirse en el nodo austral de la Inteligencia Artificial global, capaz de atraer startups, empresas de hardware y capital de riesgo enfocado en innovación profunda.
La llegada de OpenAI no solo instala servidores: instala una nueva narrativa regional. Argentina, históricamente rezagada en infraestructura digital, tiene ahora la oportunidad de reposicionarse como un eje estratégico entre el Atlántico Sur y la nube global.
La IA, que antes parecía un fenómeno lejano, podría tener una coordenada concreta: el sur del mundo.