GOBIERNO

Publicado 05/12/2025

EE.UU., China y los chips: AMD cede, China compra y la SIA se reordena

La empresa retomará exportaciones de GPU al mayor mercado del mundo justo cuando su CEO asume al frente de la SIA. La decisión puede marcar una nueva etapa en la relación entre la industria y las políticas de EE.UU. hacia China.
Compartir
Compartir por Facebook Compartir por WhatsApp Compartir por X Compartir por Telegram

La empresa retomará exportaciones de GPU al mayor mercado del mundo justo cuando su CEO asume al frente de la SIA. La decisión puede marcar una nueva etapa en la relación entre la industria y las políticas de EE.UU. hacia China.

La industria de semiconductores llega a fin de 2025 con dos señales fuertes y simultáneas: por un lado, ventas globales de chips en máximos históricos, con octubre en US$ 72.700 millones y una proyección cercana al billón de dólares en 2026 según la SIA y WSTS, las asociaciones que nuclean a los fabricantes de chips en EEUU y a nivel global.

 

Por otro lado, AMD aceptando pagar un arancel del 15% a Washington para poder enviar parte de sus aceleradoras MI308 a China, en el marco de un acuerdo impulsado por la administración Trump, en un contexto donde el Congreso intenta al mismo tiempo frenar cualquier relajación de los controles de exportación.

En el medio, un dato político simbólico: Lisa Su, CEO de AMD, fue elegida presidenta de la Junta Directiva de la Semiconductor Industry Association (SIA) el 20 de noviembre, entidad que dice representar el 99% de los ingresos de la industria estadounidense y casi dos tercios de las firmas no estadounidenses.

 

 

La pregunta es obvia: ¿estamos viendo a la industria alinearse detrás de la estrategia estadounidense hacia China, o simplemente un intento pragmático de salvar algo de negocio en su principal mercado?

 

Desde octubre de 2022, Estados Unidos viene endureciendo de forma progresiva los controles de exportación de chips avanzados a China, restringiendo GPUs de Nvidia, aceleradores de AMD y herramientas de fabricación, con nuevas vueltas de tuerca en 2023, 2024 y 2025.

 

AMD tiene licencias para exportar algunos MI308 a China y su CEO dijo en San Francisco que está dispuesta a pagar un impuesto del 15% al gobierno de EE.UU. por cada envío.  Ese esquema surge de un acuerdo anunciado por Trump en agosto con AMD y Nvidia: se permiten exportaciones limitadas a cambio de ese “fee” del 15%. Varios juristas ya advirtieron que podría chocar con la Constitución de EE.UU., que prohíbe gravar exportaciones.

 

El MI308 es una versión similar del MI300X, diseñada para cumplir con las reglas de exportación; fue incluido en la lista de restricciones en abril, junto con el H20 de Nvidia. China, a su vez, respondió con una guía que obliga a que los nuevos data centers financiados con fondos públicos usen chips de IA “domésticos”, desplazando a Nvidia, AMD e Intel en proyectos críticos.

 

 

 

Mientras la Casa Blanca busca un equilibrio entre dureza y negocio, un grupo bipartidista de senadores presentó el SAFE CHIPS Act, que busca prohibir por 30 meses cualquier licencia para vender chips de IA más avanzados que los actualmente permitidos a China, Rusia, Irán o Corea del Norte. El proyecto es, en la práctica, un intento del Congreso de atarle las manos a Trump si quisiera flexibilizar los controles.

 

¿Que Lisa Su presida la SIA significa que “toda la industria está alineada”? Corta respuesta: no es una obediencia ciega, pero sí es una señal de alineamiento en lo esencial.

La SIA se presenta como la voz del sector y representa la inmensa mayoría del negocio global de chips, al menos desde la perspectiva de empresas estadounidenses y varios actores internacionales. Lisa Su es reconocida por haber reposicionado a AMD como jugador clave en cómputo de alto rendimiento y chips de IA.

En su declaración al asumir, habló de semiconductores como “esenciales para la innovación, el crecimiento económico y la seguridad nacional de EE.UU.”, y de trabajar junto a la SIA para “fortalecer la competitividad” del país.

 

Eso sugiere tres cosas:

Alineamiento en el diagnóstico: la industria acepta que los chips ya no son solo un negocio, sino un activo geopolítico y militar. Hay consenso en que EE.UU. necesita políticas industriales, subsidios y reglas claras para mantener liderazgo (CHIPS Act, incentivos fiscales, etc.).

Alineamiento táctico con Washington, con matices: el hecho de que el liderazgo de SIA lo tome la CEO de una empresa que está negociando acuerdos comerciales delicados con el gobierno (como el 15% para exportar a China) indica que el lobby de la industria va a intentar darle forma a las reglas, no bloquearlas frontalmente.

No significa que todos estén felices con el arancel o con la dureza de los controles, pero sí que la línea dominante es: juguemos dentro del marco político, tratemos de suavizar bordes y maximizar previsibilidad.

No borra las tensiones internas: empresas con exposiciones distintas a China (por negocio, por tipo de producto o por presencia fabril) pueden tener intereses divergentes. Nvidia, con una enorme parte de su negocio en GPUs para IA, fue uno de los grandes perdedores de las primeras rondas de controles.

Que Lisa Su presida la SIA no significa unanimidad total, pero sí que la corriente principal de la industria acepta el marco estratégico estadounidense y negocia los detalles.

 

El mensaje al gobierno de EE.UU. parece ser “estamos del lado de la política de control, pero necesitamos una válvula para seguir vendiendo”. La empresa se muestra obediente (acepta controles, acepta el impuesto, se ajusta a licencias) y al mismo tiempo presiona por una salida regulada en lugar de un bloqueo total, lo que también sirve de argumento a la SIA.

 

 

¿Cómo impacta la reapertura de exportaciones mediante el arancel?

Para AMD, y potencialmente para otros actores del mercado, la confirmación de la posibilidad de comercializar productos, aunque sea con una reducción de rendimiento y sujetos a un impuesto, disminuye la incertidumbre en torno al flujo de ingresos proveniente de China.  Este acontecimiento se produce en un contexto de expansión global del mercado de semiconductores, donde las empresas buscan capitalizar la creciente demanda de inteligencia artificial.

 

El impuesto del 15% opera como un gravamen a la exportación disfrazado, cuyo costo deberá ser absorbido por alguna de las partes involucradas. AMD podría absorber parcialmente el impuesto, lo que implicaría una reducción de sus márgenes de ganancia.  El impuesto podría ser trasladado a los clientes chinos, lo que resultaría en un aumento en el costo de entrenamiento e inferencia de modelos de inteligencia artificial.

 

Dado el contexto de alta demanda, es probable que el costo se distribuya entre ambas partes.  El mercado tiende a tolerar sobreprecios cuando la oferta es limitada.

 

Cada punto porcentual de sobreprecio y cada restricción en el rendimiento de los productos impulsará a las empresas tecnológicas chinas a acelerar la transición hacia chips de fabricación local, como los de Huawei y Biren, o hacia soluciones no provenientes de Estados Unidos. El esquema que consiste en pagar un impuesto del 15% para poder comercializar productos con menor rendimiento puede representar una ventana de oportunidad para AMD. Sin embargo, también proporciona a China un periodo adicional para continuar reduciendo la brecha tecnológica.

 

Si uno junta las piezas —Lisa Su al frente de la SIA, SIA celebrando un mercado rumbo al billón de dólares, AMD aceptando el arancel del 15% y el Congreso presionando para no aflojar controles— aparece una lectura bastante clara.

La industria de semiconductores no está rebelándose contra la estrategia de contención a China; la está co-diseñando en la medida de lo posible.

El mensaje central parece ser: “Aceptamos que los chips son geopolítica. Pero queremos reglas claras y cierto margen para seguir vendiendo, porque sin esa caja tampoco habrá liderazgo tecnológico estadounidense a largo plazo.”

No es un alineamiento perfecto ni homogéneo. Es, más bien, un alineamiento condicionado y pragmático, en un contexto en el que el mercado global está en máximos, China sigue siendo un cliente demasiado grande como para ignorarlo, y Washington ya dejó claro que los chips avanzados son parte del instrumental estratégico, no un commodity más.