Un satélite argentino en una misión histórica
La participación argentina en Artemis II, la misión que marcará el regreso de astronautas a la órbita lunar, quedó confirmada cuando la Facultad de Ingeniería de la UBA (FIUBA) anunció que su microsatélite ATENEA fue aceptado como parte de la carga científica autorizada por la NASA.
ATENEA es un CubeSat de clase 12U, desarrollado en cooperación con la CONAE y distintos equipos científicos locales. Su tamaño se asemeja al de una caja de zapatos grande, pero integra tecnología capaz de operar en condiciones de radiación extremas y en entornos donde los sistemas convencionales no funcionan.
Qué hará ATENEA durante Artemis II
Según la UBA y la NASA, el satélite cumplirá funciones de demostración tecnológica y obtención de datos críticos para futuras misiones al espacio profundo. Entre sus objetivos:
Medición de radiación espacial: El satélite llevará instrumentos específicos para evaluar niveles de radiación en entornos superiores a la órbita terrestre. Esta información es clave para diseñar sistemas de protección para vuelos tripulados.
Prueba de sensores optoelectrónicos avanzados: ATENEA utilizará fotomultiplicadores de silicio (SiPM), una tecnología emergente que permite detectar partículas con gran sensibilidad.
Validación de comunicaciones de largo alcance: El satélite testeará enlaces de comunicación pensados para futuras misiones más allá de la Luna.
Recepción de señales GPS desde alturas inusuales: Esto permitirá estudiar el comportamiento de la señal en zonas donde habitualmente no opera.

Qué significa esta participación para la Argentina
Inserción internacional real pero acotada: La participación no implica control argentino sobre la misión tripulada ni presencia de personal nacional en vuelo ya que ATENEA es un experimento dentro de una misión compleja, uno entre decenas de cargas científicas.
Avance para el ecosistema científico local: La UBA suma experiencia directa en proyectos espaciales de alta complejidad. Esto fortalece formación de talento, vinculación internacional y capacidades tecnológicas.
Oportunidad para consolidar un sector estratégico: Si el proyecto tiene continuidad, puede impulsar nuevas líneas de desarrollo vinculadas a nanosatélites, sensores espaciales, ingeniería electrónica avanzada y tecnologías de radiación.

Lo que viene
Integración final del satélite y verificaciones técnicas de la NASA.
Envío definitivo a Estados Unidos para su incorporación a la misión.
Lanzamiento previsto para abril de 2026, según el cronograma actual de Artemis II.
Publicación de los primeros datos científicos tras el despliegue.
La participación de la UBA en Artemis II no es un gesto simbólico: es la evidencia concreta de que la ingeniería argentina puede integrarse a misiones espaciales de primer nivel mundial. Sin embargo, que este avance se convierta en un salto tecnológico sostenido dependerá de políticas científicas estables, financiamiento y continuidad institucional.