Desde 2022 —cuando se publicó el Código de conducta para anchors en internet por parte de la Administración Nacional de Radio y Televisión junto al Ministerio de Cultura y Turismo—, el país estableció que los influencers o streamers que generen contenidos sobre medicina, derecho, educación o finanzas deberán acreditar “cualificaciones profesionales correspondientes” para hacerlo, según informó TechCrunch.
Un paso hacia la especialización del contenido digital
Las autoridades chinas explicaron que la medida busca elevar la calidad de la información que circula en las redes y evitar la difusión de datos falsos o inexactos en temas sensibles.
El nuevo marco normativo apunta a que las plataformas digitales sean responsables de verificar las credenciales de los creadores y mantener un registro de los perfiles aprobados, fortaleciendo así la confianza del público en la información que consume.
Según un análisis de Morgan Lewis, esta práctica busca garantizar mayor transparencia en la publicidad y el contenido comercial dentro del ecosistema digital chino.
Nuevos lineamientos para 2025: agencias MCN y contenidos de salud
En 2025, las autoridades ampliaron el alcance de estas políticas. Las nuevas directrices incluyen a las agencias MCN (Multi-Channel Networks) —que gestionan a múltiples creadores— y refuerzan la regulación sobre contenidos de salud y comercio digital.
En agosto, South China Morning Post reportó que las cuentas dedicadas a información médica deberán verificarse oficialmente ante las plataformas antes de difundir consejos o tratamientos.
Además, un borrador conjunto de la Administración del Ciberespacio (CAC) y la Administración Estatal para Regulación del Mercado (SAMR) exige que los hosts de transmisiones en vivo que vendan productos o brinden asesoramiento demuestren formación o experiencia acreditada, informó China Daily.
Por su parte, las MCN deberán operar bajo estándares de registro más claros y someterse a procesos de control y auditoría, de acuerdo con el China Media Project.
Qué implica tener “cualificaciones profesionales”
Aunque la normativa no detalla qué tipo de estudios o certificaciones serán válidas, se entiende que las credenciales deberán ser emitidas por instituciones académicas o profesionales reconocidas.
De acuerdo con Medianama, esto busca garantizar que los contenidos con impacto social —como el asesoramiento financiero o la información médica— estén respaldados por voces con formación comprobada.
En la práctica, el sistema apunta a construir un entorno de comunicación más confiable y responsable, sin afectar a los creadores que producen contenidos de entretenimiento, cultura o estilo de vida, que no requieren acreditaciones.
Profesionalización, confianza y desarrollo tecnológico
El fortalecimiento de este marco regulatorio se enmarca en una estrategia más amplia de maduración del ecosistema digital chino. Con millones de transmisiones en vivo cada día, el país busca proteger a los usuarios y, al mismo tiempo, impulsar estándares de calidad y rigor informativo.
Según China Law Vision, estas reglas apuntan a dar mayor legitimidad institucional a un sector que mueve miles de millones de yuanes anuales, al tiempo que promueven la transparencia en el comercio digital y las transmisiones en vivo.
Las plataformas tecnológicas, por su parte, deberán desarrollar sistemas de verificación y trazabilidad basados en herramientas de autenticación avanzada. Estas exigencias también alcanzan al contenido generado con Inteligencia Artificial (IA), que deberá ser etiquetado claramente y almacenado durante seis meses por los proveedores, tal como destacó LiveMint.
Un modelo en evolución con impacto global
Las políticas chinas buscan consolidar un marco de confianza en la economía de creadores, donde la formación, la precisión y la ética digital se conviertan en ejes centrales.
Aunque el enfoque puede diferir del de otros países, la tendencia hacia una comunicación más profesionalizada y regulada se extiende globalmente, a medida que las redes sociales ganan peso en temas públicos, educativos y financieros.
Más que un control, se trata de una estrategia de profesionalización del contenido digital que podría marcar el camino hacia una nueva etapa en la relación entre tecnología, credibilidad y comunicación en línea.