MERCADOS

Publicado 17/11/2025

La carrera por financiar la IA enciende alarmas: el boom que ahora preocupa a Wall Street e impacta en Latam

El entusiasmo por la Inteligencia Artificial chocó esta semana con un dato incómodo: para sostener el ritmo de inversión, las grandes tecnológicas están recurriendo a niveles de endeudamiento que ya inquietan a los mercados.
Compartir
Compartir por Facebook Compartir por WhatsApp Compartir por X Compartir por Telegram

El entusiasmo por la Inteligencia Artificial chocó esta semana con un dato incómodo: para sostener el ritmo de inversión, las grandes tecnológicas están recurriendo a niveles de endeudamiento que ya inquietan a los mercados.

Según un informe de Bloomberg, el financiamiento para centros de datos, chips avanzados e infraestructura digital podría convertirse en una carga difícil de sostener si la IA no entrega los retornos que promete. No se trata de una señal aislada.

 

En Wall Street empiezan a aparecer informes que describen un escenario menos glamoroso: un ecosistema que creció al calor del crédito barato y de la euforia inversora, y que ahora enfrenta costos crecientes, restricciones energéticas y presión por resultados concretos.

Durante los últimos dos años, las big tech elevaron la apuesta: anunciaron mega centros de datos, firmaron contratos energéticos a largo plazo, encargaron chips cada vez más caros y aceleraron procesos de automatización.

 

 

Los analistas hablan de “apalancamiento histórico”. Las cifras son tan grandes como la ambición: desde bonos corporativos hasta líneas de crédito destinadas exclusivamente a infraestructura de IA.

El mensaje implícito: la revolución tecnológica del momento necesita una inmensa inversión inicial para funcionar. Pero si esa inversión no se recupera al ritmo esperado, habrá problemas.

 

 

Lo que inquieta a los mercados no es la tecnología en sí —que sigue avanzando a una velocidad récord—, sino la brecha entre los costos actuales y los ingresos reales que generan los modelos de IA.

 

En números simples:

•⁠  ⁠Los centros de datos consumen energía equivalente a ciudades enteras.

•⁠  ⁠Los chips más avanzados cuestan millones por lote.

•⁠  ⁠Las redes eléctricas requieren refuerzos que no siempre están disponibles.

•⁠  ⁠Y la adopción masiva todavía es un proceso en construcción.

 

Esa combinación empieza a activar preguntas incómodas entre traders y fondos de inversión: ¿y si la curva de ingresos se estira más de lo previsto? ¿Y si algunos modelos no alcanzan la escala necesaria? ¿Y si la regulación encarece aún más el despliegue?

 

 

Una alerta que también toca a América Latina

 

El giro no pasa desapercibido en la región, donde varios países —incluida Argentina— buscan posicionarse como destinos posibles para centros de datos, operaciones de nube o hubs energéticos vinculados a IA.

Con los mercados más exigentes, las condiciones cambian:

•⁠  ⁠Las inversiones buscarán marcos regulatorios más estables.

•⁠  ⁠Se revisarán con lupa costos energéticos y disponibilidad de renovables.

•⁠  ⁠Los incentivos deberán mostrar retorno económico claro, no solo promesas.

•⁠  ⁠La competencia global por atraer infraestructura será más dura.

 

 

Para gobiernos y empresas locales, la advertencia es directa: el capital para IA no se retirará, pero será más selectivo. La región ya no podrá confiar solo en “la narrativa” de ser un mercado emergente atractivo; deberá demostrar ventajas concretas.

El contexto también abre una puerta: si los privados muestran cautela, muchos estados podrían impulsar esquemas mixtos —concesiones, contratos de arrendamiento, PPP— que faciliten la llegada de infraestructura sin asumir toda la carga financiera.

Es un camino que varios países están explorando: tratar a los centros de datos como infraestructura estratégica, al mismo nivel que redes eléctricas, puertos o autopistas.