Desde apps que permiten llevar un registro de las tomas hasta plataformas que conectan con puericultoras certificadas, el teléfono móvil se transformó en una herramienta clave. Algunas destacadas:
LactApp: aplicación española líder desarrollada por consultoras IBCLC, que responde dudas personalizadas, permite registrar tomas, peso y pañales, y ofrece seguridad y comunidad .
MyMedela (hoy Medela Family): app diseñada por Medela para seguimiento de lactancia, extracción, almacenamiento virtual y conexión con sacaleches inteligentes .
Baby Tracker (varias plataformas similares como Medela Family): permite registrar sueño, tomas, extracción, pañales, y compartir datos con cuidadores.
Estas plataformas no solo informatizan una rutina cotidiana; también brindan seguridad, seguimiento y comunidad.
Otro de los grandes avances es la aparición de dispositivos como Willow, Elvie Pump o Lilu: sacaleches inalámbricos, silenciosos, portátiles y con sensores integrados que se controlan desde el celular. Estos dispositivos permiten extraer leche con discreción en el trabajo, en tránsito o en casa, sin desconectarse del mundo.
Incluso hay corpiños inteligentes que controlan la temperatura del pecho, monitorean el flujo y alertan ante posibles obstrucciones o mastitis.
En el auge de la salud digital, también crece el acceso a consultas remotas con especialistas en lactancia.Puericultoras, pediatras y doulas ofrecen servicios por videollamada, lo que se volvió esencial en contextos de pandemia, pero que sigue creciendo por su comodidad, sobre todo para madres primerizas o con movilidad reducida.
La lactancia, hoy, se transita con más datos, más acompañamiento y más opciones. La tecnología no reemplaza el vínculo, pero puede ser un puente poderoso para sostenerlo.
Instagram, TikTok, YouTube y foros como Reddit se convirtieron en verdaderas salas virtuales donde se debate, se educa y se exhibe la lactancia materna. Lo que antes era un acto privado, ahora ocupa miles de pantallas en todo el mundo.
El hashtag #NormalizeBreastfeeding suma más de 15 millones de visualizaciones en TikTok.
Las imágenes de madres amamantando en público, los relatos de frustración y éxito, y los tutoriales se multiplican. Para muchas mujeres, es un espacio de apoyo, empatía y aprendizaje.
Para otras, puede ser un entorno hostil donde las opiniones ajenas presionan, juzgan o comparan.
El auge de influencers y creadoras de contenido centradas en maternidad permite visibilizar realidades antes silenciadas: lactancia extendida, amamantamiento con partos múltiples, tras cesárea, etc. Pero también se instala una estética idealizada de la maternidad que genera ansiedad.
Desde el mundo científico, se desarrollan herramientas basadas en IA y análisis de datos para comprender mejor el impacto emocional y fisiológico de la lactancia. niversidades de Canadá, Alemania o Japón analizan patrones de alimentación y su relación con el sueño, el llanto o el vínculo afectivo.
Algunos incluso monitorean microexpresiones faciales para detectar estrés en tiempo real en madres primerizas. Lo afectivo y lo digital no son opuestos: en muchos casos, se complementan.
Hablar de innovación tecnológica en la lactancia también implica señalar sus límites. El acceso desigual a dispositivos, conectividad o alfabetización digital deja fuera a muchas mujeres de los beneficios. En Argentina, según datos del ENACOM, el 34% de los hogares en zonas rurales no acceden a internet de calidad. Esa brecha también es sanitaria.
La falta de acceso a información confiable o a especialistas en lactancia impacta en la salud del binomio madre-bebé. En contextos vulnerables, las tasas de abandono de la lactancia exclusiva antes de los 6 meses son mucho más altas. La tecnología no resuelve esto sola. Pero cuando está al alcance, puede marcar una diferencia profunda.
Algunas ciudades comenzaron a repensar su infraestructura. En EE.UU., las “mamava pods” son cabinas tech climatizadas, privadas y conectadas instaladas en lugares públicos. En Asia, hay bancos de leche automatizados y espacios de lactancia con domótica. En América Latina, estas políticas aún son incipientes, aunque algunas ciudades avanzan en estaciones públicas de lactancia en hospitales, plazas o ministerios.
Garantizar acceso a tecnología vinculada a la salud materno-infantil debe ser parte de una política integral.
Desde subsidios para dispositivos, capacitación digital o conectividad gratuita en centros de salud, son acciones clave.
Lactar con libertad también es poder elegir con qué herramientas hacerlo. Y eso, hoy, no debería ser un privilegio.