El engaño comienza cuando los criminales contactan a la víctima por mensaje, afirmando que secuestraron a un familiar o ser querido, exigiendo un rescate inmediato. Para dar credibilidad envían fotos o videos supuestamente del cautivo.
A simple vista pueden parecer reales, pero presentan detalles erróneos como faltantes de tatuajes o cicatrices, proporciones corporales extrañas. A veces usan mensajes efímeros para impedir que la víctima examine con calma la imagen. Luego instan a actuar con urgencia, bajo amenazas de violencia si no se cumple la demanda.

Consejos de prevención para evitar caer en la estafa
El IC3 sugiere medidas como tener cuidado al publicar en línea información sobre personas desaparecidas; no compartir datos personales con desconocidos, especialmente cuando uno está de viaje, y establecer una “palabra clave” familiar que solo su círculo íntimo conozca para confirmar identidad genuina.
A su vez aconsejan no dejarse llevar por la urgencia o amenazas: verificar la situación con calma, contactar directamente al supuesto “víctima” si es posible. También sugieren guardar captura de pantalla o grabaciones de las supuestas “pruebas de vida” y —en caso de sospecha— denunciarlos a las autoridades, incluyendo todos los detalles de la comunicación.

Los secuestros virtuales se han sofisticado gracias al uso indiscriminado de redes sociales y fotos públicas. La manipulación digital permite fabricar situaciones emocionales extremas basadas en imágenes reales o alteradas, lo que incrementa su potencial para generar miedo, urgencia y presión psicológica sobre las víctimas y sus familias.
En un contexto global cada vez más digitalizado, este escenario demuestra lo fácilmente que pueden explotarse datos públicos para extorsionar, y por eso la advertencia del FBI se convierte en una alerta urgente para usuarios, organizaciones y autoridades de seguridad.