El WiFi no garantiza inclusión digital si no está acompañado de computadoras, formación docente y políticas públicas sostenidas.
Mientras otros países refuerzan sus estrategias de alfabetización digital, Argentina desanda el camino que alguna vez la posicionó como pionera en la región. Hace casi una década que no se implementa un programa nacional integral de inclusión tecnológica en la educación.
Las cifras pueden engañar:
88,4 % de la población tiene acceso a Internet
Velocidad promedio de conexión fija: 75,9 Mbps
96 % de niños y adolescentes conectados, según UNICEF
Pero el acceso no garantiza oportunidades:
Solo el 74 % de los estudiantes tiene una computadora propia para estudiar
1 de cada 3 hogares rurales y populares no tiene conectividad suficiente
La mayoría de los chicos se conecta desde celulares, sin acceso a procesadores de texto, plataformas educativas o software de creación
En 2010, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lanzó el programa Conectar Igualdad: una iniciativa que entregó más de cinco millones de netbooks a estudiantes y docentes de escuelas públicas secundarias, técnicas y rurales.
Fue la última política integral en la materia. Incluyó:
Plataformas educativas públicas
Formación docente en nuevas tecnologías
Aulas digitales y conectividad escolar
Contenidos desarrollados para el uso pedagógico de las computadoras
Desde su discontinuación en 2015, los intentos de relanzamiento fueron parciales. En 2024, el programa fue eliminado definitivamente por el gobierno nacional.
Mientras Argentina se retrae, otros países sostienen políticas activas:
Uruguay – Plan Ceibal: desde 2007, garantiza una computadora y conectividad para cada estudiante de escuela pública
Estados Unidos – Programa E-Rate: financia infraestructura digital en escuelas desde 1996
India – PM eVIDYA: ofrece contenidos educativos por TV, radio, apps y plataformas para zonas vulnerables
Chile – Me Conecto para Aprender: entrega notebooks con Internet móvil a estudiantes de séptimo grado desde 2015
Argentina fue pionera en políticas de inclusión digital, pero hoy no hay ningún programa nacional que garantice computadoras, conectividad y contenidos en las escuelas.
El resultado es visible en las aulas: fragmentación, desigualdad y brechas de aprendizaje.
En un contexto global donde la Inteligencia Artificial, la programación y la economía del conocimiento marcan el futuro del trabajo, los estudiantes argentinos sin acceso digital quedan rezagados, incluso frente a sus pares de la región.
Y mientras no se restituya una política integral de inclusión tecnológica, los millones de chicos conectados al WiFi seguirán desconectados del conocimiento, del trabajo y del futuro.