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Publicado 16/12/2025

Qué es y dónde se usa el Recirculating Aquaculture Systems, la tecnología para producir salmón en Tierra del Fuego

Frente a la presión ambiental, las restricciones regulatorias y la necesidad de producir alimentos de manera más eficiente, los Recirculating Aquaculture Systems (RAS) se consolidan como una de las principales apuestas tecnológicas del sector. Se trata de sistemas de cultivo en circuito cerrado que permiten reutilizar hasta el 99 % del agua, controlar de forma precisa las condiciones ambientales y reducir drásticamente el impacto sobre ecosistemas naturales.
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Frente a la presión ambiental, las restricciones regulatorias y la necesidad de producir alimentos de manera más eficiente, los Recirculating Aquaculture Systems (RAS) se consolidan como una de las principales apuestas tecnológicas del sector. Se trata de sistemas de cultivo en circuito cerrado que permiten reutilizar hasta el 99 % del agua, controlar de forma precisa las condiciones ambientales y reducir drásticamente el impacto sobre ecosistemas naturales.

A diferencia de las jaulas marinas tradicionales, los RAS funcionan en instalaciones en tierra, con un alto nivel de automatización y monitoreo digital.

La lógica es industrial: sensores en tiempo real, biofiltros bacterianos, oxigenación controlada y software que gestiona desde la calidad del agua hasta la alimentación de los peces. Esta combinación convirtió al RAS en una pieza clave para los países líderes en producción acuícola.

En Noruega, principal productor mundial de salmón, el RAS se integró como parte central de su estrategia de largo plazo. Empresas como Nordic Aquafarms desarrollaron instalaciones de cultivo en tierra tanto en Noruega como en el exterior, con proyectos que superan los 30.000 toneladas anuales de capacidad.

El objetivo es claro: reducir la dependencia de los fiordos, limitar la exposición a parásitos como el piojo de mar y cumplir con regulaciones ambientales cada vez más exigentes. El modelo noruego combina RAS para las etapas iniciales y de engorde avanzado, junto con una fuerte inversión en automatización y eficiencia energética.

 

 

En Chile, segundo exportador global de salmón, el RAS avanzó de manera más gradual pero sostenida. Hoy es una tecnología ampliamente utilizada en la fase de smoltificación, es decir, la crianza de los juveniles antes de su traslado al mar.

Compañías como Salmones Camanchaca, AquaChile y Australis Seafoods invirtieron en centros RAS de agua dulce para mejorar la bioseguridad, reducir mortalidades y acortar los ciclos productivos.

En los últimos años, algunas firmas comenzaron a explorar modelos de engorde parcial o completo en tierra, impulsadas por restricciones ambientales y por la necesidad de estabilizar la producción frente a eventos sanitarios y climáticos.

El caso más ambicioso se dio en Estados Unidos, donde el RAS fue adoptado como alternativa directa a la importación.

El proyecto Atlantic Sapphire, en Florida, buscó crear la mayor granja de salmón en tierra del mundo, con una inversión inicial superior a los 500 millones de dólares. Aunque enfrentó dificultades técnicas y financieras, el emprendimiento marcó un punto de inflexión: producir salmón atlántico cerca del mercado estadounidense, sin depender de rutas marítimas ni de ecosistemas sensibles.

En paralelo, proyectos en Maine y California avanzan con esquemas similares, apoyados por capital privado y fondos de inversión interesados en alimentos sostenibles.

 

 

Detrás de estos desarrollos hay un núcleo tecnológico común. Los RAS combinan filtración mecánica para remover sólidos, biofiltros que convierten el amoníaco en compuestos menos tóxicos, sistemas de oxigenación con control digital y desinfección mediante luz ultravioleta u ozono.

Todo el proceso se gestiona con plataformas SCADA y, cada vez más, con algoritmos de análisis predictivo que anticipan fallas y optimizan la alimentación. El resultado es una acuicultura altamente trazable, con menor uso de antibióticos y mayor previsibilidad productiva.

El avance de los sistemas RAS no implica la desaparición de las jaulas marinas, pero sí una redefinición del mapa acuícola global. Noruega los integra como parte de su liderazgo tecnológico, Chile los adopta para reforzar su competitividad y Estados Unidos los utiliza como herramienta estratégica para acercar la producción al consumo.

En un contexto de demanda creciente de proteínas y de mayor escrutinio ambiental, la acuicultura de circuito cerrado dejó de ser una promesa experimental para convertirse en uno de los ejes centrales del futuro del sector.