Meta, dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram, anunció una nueva reestructuración de su división de IA, la cuarta en apenas seis meses, mientras varios ejecutivos clave abandonaron la empresa. La noticia, confirmada por Reuters y Bloomberg Línea, encendió las alarmas en un sector marcado por la aceleración de inversiones y, a la vez, por signos de fatiga y dudas sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento.
La apuesta de Meta por la superinteligencia artificial había puesto a la compañía en el centro de la carrera tecnológica junto a Microsoft, Google (Alphabet) y Amazon. Pero la fragmentación de sus equipos en múltiples grupos y la salida de líderes del área sugieren tensiones internas, tanto en la dirección estratégica como en la gestión de recursos humanos.
El mercado, entre la expansión y el techo del crecimiento
Más allá de Meta, la situación expone una dinámica compleja en el mercado tecnológico global. Los datos son claros: las diez mayores compañías del S&P 500 concentran casi el 40% de la capitalización bursátil del índice y, al mismo tiempo, son proveedoras y clientes entre sí. En este circuito cerrado, cualquier ajuste en los planes de inversión de uno de estos gigantes puede generar un efecto cascada sobre los balances de sus pares.
Se estima que Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta destinarán unos 400.000 millones de dólares a IA en 2026, canalizando capital hacia fabricantes de chips como Nvidia y Broadcom, pilares del ecosistema de cómputo intensivo. Sin embargo, analistas advierten que esta interdependencia también genera vulnerabilidad: si una compañía reduce su gasto en infraestructura, el resto podría sufrir caídas inmediatas en ventas y márgenes.
¿Fin de la “era dorada” o simple reacomodamiento?
El debate en Wall Street y Silicon Valley gira en torno a si la industria alcanzó un techo en su modelo de hipercrecimiento.
Por un lado, las big tech compiten por liderar la IA generativa y la superinteligencia, destinando inversiones colosales y expandiendo capacidad de cómputo.
Por otro, aparecen señales de alerta: costos energéticos crecientes, escasez de talento especializado y saturación en la cadena de suministro de hardware.
Mientras Mark Zuckerberg insiste en que la IA es la “próxima gran revolución” para Meta, los reacomodamientos internos muestran que implementar esa visión no es lineal.