El operativo contó con una flotilla integrada por destructores Aegis con misiles guiados, submarinos nucleares, helicópteros, aviones militares y buques de asalto anfibios como el USS Iwo Jima, lo que permitió un ataque coordinado y sin margen de error.
En el ámbito aéreo, la clave estuvo en el uso de sensores avanzados:
Aviones P-8 Poseidón con radares de apertura sintética (SAR), capaces de detectar embarcaciones en cualquier clima o condición de luz.
Sensores infrarrojos FLIR de tercera generación y cámaras electro-ópticas, que confirmaron visual y térmicamente la actividad sospechosa.
La inteligencia de señales (SIGINT) jugó un papel central al interceptar comunicaciones y ubicar con exactitud la posición del barco, lo que facilitó la ejecución del ataque cinético autorizado por la Casa Blanca.
El resultado: al menos once narcotraficantes eliminados y cero bajas estadounidenses, un balance que muestra la eficacia del poder militar y tecnológico de EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico en el Caribe.