La pregunta ya no es solo cómo responder más rápido, sino cómo anticiparse al peligro antes de que ocurra.
La videovigilancia tradicional está dando paso a una nueva generación de monitoreo urbano, donde la clave no es solo ver, sino interpretar el entorno.
En Buenos Aires, por ejemplo, el Anillo Digital integra cámaras con Inteligencia Artificial que reconocen vehículos con pedido de captura en tiempo real.
En Madrid o Nueva York, los sistemas detectan comportamientos anómalos: aglomeraciones inesperadas, movimientos erráticos, gestos asociados a peleas o abandonos sospechosos de objetos. Estas señales activan alertas automáticas que permiten intervenir antes de que el daño esté hecho.
Un ejemplo emblemático es el de Chicago, donde el sistema ShotSpotter identifica disparos mediante sensores acústicos y envía la ubicación exacta a las fuerzas de seguridad, incluso antes de que alguien llame al 911.
La tecnología también transforma la gestión de emergencias urbanas, donde los minutos cuentan.
En varias ciudades europeas ya se utilizan drones para llegar antes que las ambulancias a zonas de difícil acceso, llevando desfibriladores u otros primeros auxilios.
Sistemas integrados permiten ahora:
Priorizar llamadas al 911 según tono de voz o palabras clave.
Geolocalizar emergencias y derivarlas al centro de atención más cercano.
Cruzar datos históricos y condiciones actuales (como clima o tránsito) para anticipar colapsos, incendios o inundaciones.
En Seúl, por ejemplo, se emplea Inteligencia Artificial para prevenir incendios en viviendas vulnerables, mediante sensores térmicos y análisis de instalaciones eléctricas.
El análisis de grandes volúmenes de datos permite predecir zonas de riesgo y actuar de forma preventiva.
Algoritmos entrenados con información histórica, eventos sociales y condiciones externas —como clima o contexto económico— recomiendan a las fuerzas de seguridad cómo y dónde patrullar.
También se están desarrollando modelos para anticipar casos de violencia de género o intrafamiliar, a partir de antecedentes, variables contextuales y patrones de denuncia.
En Hangzhou, China, pionera en gestión urbana inteligente, se implementó la plataforma City Brain: un cerebro digital que coordina seguridad, salud y transporte ante cualquier incidente masivo. Esta ciudad logró reducir embotellamientos en un 15% y el tiempo de respuesta ante emergencias en un 50%.
La seguridad ya no depende solo de la presencia policial o los operativos sorpresivos. Hoy, la tecnología permite anticipar, coordinar y proteger mejor.
Las ciudades más inteligentes son las que aprenden a actuar antes de que sea tarde. Porque en la gestión de emergencias, cada segundo cuenta.