El gran motor de este repunte volvió a ser el fútbol americano. El inicio de la temporada de la NFL funcionó como catalizador del resurgimiento de la televisión financiada por publicidad. En septiembre de 2025, el consumo de TV con anuncios alcanzó el 74,7 % del total de la audiencia, impulsado casi exclusivamente por el atractivo de los deportes en directo, destaca Nielsen.
A lo largo del tercer trimestre, el streaming lideró la televisión con publicidad al concentrar el 46,4 % del consumo, seguido por el cable con el 27,2 % y la televisión abierta con el 26,4 %.

El dato resulta especialmente relevante porque rompe una lógica estacional: si bien el streaming suele fortalecerse durante el verano, cuando las vacaciones escolares elevan el consumo, esos meses suelen ser más débiles para la publicidad, ya que los públicos jóvenes migran a opciones sin anuncios.
Con el regreso de la NFL en septiembre y su consolidación en noviembre, los deportes devolvieron potencia a la programación con pauta comercial y reordenaron el tablero.
Noviembre de 2025 marcó un hito adicional. Durante el Día de Acción de Gracias se registró un récord histórico de 103.400 millones de minutos de visualización. En ese contexto, la programación deportiva explicó el 37 % de la audiencia total, a pesar de representar apenas el 3 % del contenido disponible.
El fenómeno fue aún más marcado entre los menores de 30 años, donde la participación creció un 21 %, confirmando que el deporte en vivo sigue siendo uno de los pocos contenidos capaces de convocar audiencias masivas y simultáneas.

El desempeño de las plataformas de streaming también mostró señales claras de fortaleza. Netflix registró un crecimiento del 10 % en audiencia impulsado por el estreno de la cuarta temporada de Stranger Things, que acumuló cerca de 12.000 millones de minutos de visualización.
Paramount fue el distribuidor con mayor crecimiento relativo del mes, con un salto del 14 % que le permitió alcanzar una cuota de mercado del 8,9 %, la más alta desde abril de 2025, apoyado en el rendimiento conjunto de Paramount+ y las señales de CBS. Peacock, por su parte, creció un 22 % y logró un récord no olímpico del 1,9 % de cuota televisiva, favorecido por la transmisión del Sunday Night Football y el tradicional desfile de Macy’s.
En paralelo, YouTube y Disney se mantuvieron al frente del ranking de distribuidores, con participaciones del 12,9 % y 10,5 %, respectivamente.
Mientras tanto, el cable siguió perdiendo terreno. En noviembre cayó a su mínimo histórico mensual, con apenas el 20,5 % de cuota. El único alivio llegó de la mano de la programación estacional: las películas navideñas incrementaron su audiencia un 22 % dentro del género. Hallmark fue el caso más destacado, con un crecimiento del 28 % en su audiencia general gracias a su estrategia temática de fin de año.
En conjunto, los datos de Nielsen confirman un escenario cada vez más integrado, en el que el streaming, la televisión abierta y la publicidad convergen alrededor de grandes eventos en vivo.
Para anunciantes y agencias, el mensaje es claro: la fragmentación convive con momentos de concentración masiva que siguen ofreciendo oportunidades únicas para conectar con los consumidores.

¿Puede replicarse esta tendencia en Argentina?
La experiencia estadounidense plantea una pregunta inevitable para el mercado argentino: ¿es posible un fenómeno similar en el consumo local? La respuesta es matizada, pero apunta más al sí que al no. Argentina comparte con Estados Unidos un rasgo central: la centralidad cultural del deporte en vivo como evento social.
Si la NFL funciona como el gran imán de audiencias en el norte, el fútbol cumple ese rol en el ecosistema argentino, con picos de consumo asociados a partidos decisivos de la selección, clásicos del torneo local o instancias finales de competencias internacionales.
En los últimos años, el consumo audiovisual en Argentina también se fragmentó aceleradamente por el avance del streaming. Sin embargo, al igual que en EE.UU., esa fragmentación se suspende cuando aparece el deporte en vivo.
Los partidos de alto impacto siguen concentrando audiencias simultáneas y devolviendo protagonismo a la televisión abierta y a las señales con publicidad, especialmente en contextos de crisis económica donde los modelos financiados por avisos ganan peso frente a las suscripciones.

Existen, no obstante, diferencias estructurales. El mercado publicitario argentino es más pequeño y volátil, y la capacidad de inversión de las plataformas es limitada en comparación con EE.UU. Aun así, la convergencia ya está en marcha: transmisiones deportivas que migran entre TV abierta, cable y streaming, acuerdos de sublicenciamiento y experiencias híbridas que buscan capturar tanto audiencia masiva como datos digitales.
Si el deporte en vivo logra sostenerse como contenido premium y si las plataformas encuentran esquemas de monetización accesibles para el público local, el modelo estadounidense ofrece una hoja de ruta posible. En ese escenario, el fútbol —como la NFL en EE.UU.— podría volver a ser el gran “ordenador” del consumo televisivo argentino, capaz de reunir audiencias dispersas y revalorizar la televisión como espacio de encuentro colectivo en plena era digital.
La analogía final vuelve a ser válida a ambos lados del continente: la televisión contemporánea se parece a un estadio. Durante gran parte del tiempo, el público circula libremente por contenidos a demanda. Pero cuando empieza el partido decisivo, todos vuelven a sentarse frente a la misma pantalla. En Argentina, como en Estados Unidos, el deporte sigue teniendo la llave de ese momento compartido.