SEGURIDAD

Publicado 30/12/2025

Defensa y tecnología en 2025: el año en que la guerra se volvió software

El año 2025 marcó un punto de inflexión en la relación entre defensa y tecnología. Lejos de los grandes saltos visibles en plataformas clásicas —aviones, tanques o buques—, el cambio decisivo ocurrió en capas menos evidentes pero más profundas: software, IA, autonomía, sensores distribuidos y producción a escala.
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El año 2025 marcó un punto de inflexión en la relación entre defensa y tecnología. Lejos de los grandes saltos visibles en plataformas clásicas —aviones, tanques o buques—, el cambio decisivo ocurrió en capas menos evidentes pero más profundas: software, IA, autonomía, sensores distribuidos y producción a escala.

La guerra, definitivamente, empezó a parecerse más a un sistema operativo que a un desfile militar.

Impulsados por el conflicto en Ucrania, la competencia estratégica entre Estados Unidos y China y la aceleración industrial europea, los principales países occidentales priorizaron soluciones más baratas, rápidas de fabricar y fáciles de actualizar, con un denominador común: la IA integrada directamente en el campo de batalla.

 

 

Uno de los avances más notorios de 2025 fue la consolidación de sistemas de defensa aérea diseñados específicamente para enfrentar enjambres de drones baratos. La lógica cambió: ya no se trata de interceptar un blanco costoso con un misil aún más caro, sino de detectar, clasificar y neutralizar amenazas de forma masiva y automatizada.

En este terreno se destacó Anduril, que obtuvo un contrato de largo plazo con el Cuerpo de Marines de Estados Unidos para proveer sistemas anti-drones integrados. La clave no es solo el hardware, sino su plataforma de software, capaz de fusionar sensores, radares y cámaras en tiempo real y coordinar la respuesta automática. En paralelo, el Ejército estadounidense avanzó en la adopción de su tecnología para el control de fuego y defensa aérea de nueva generación.

 

 

2025 también será recordado como el año en que las armas de energía dirigida dejaron de ser una promesa.Israel anunció la entrada en operación inicial de Iron Beam, un sistema láser capaz de interceptar drones, cohetes y morteros a un costo por disparo significativamente menor que los sistemas tradicionales.

El desarrollo estuvo a cargo de Rafael Advanced Defense Systems, que integró el láser a la arquitectura de defensa aérea israelí. Aunque todavía enfrenta desafíos técnicos —como el desempeño en condiciones climáticas adversas—, el mensaje fue claro: la ecuación económica de la defensa aérea está cambiando.

Otro hito del año fue el avance concreto de los Collaborative Combat Aircraft (CCA), drones de combate diseñados para volar junto a cazas tripulados y asumir misiones de alto riesgo. En 2025, Estados Unidos pasó del concepto a las pruebas reales de vuelo.

General Atomics y Anduril realizaron vuelos de prueba de sus prototipos, marcando el inicio de una nueva doctrina aérea. La adopción operativa plena aún llevará tiempo, pero el mensaje estratégico es contundente: el futuro del combate aéreo será mixto, distribuido y altamente autónomo.

 

 

En tierra, el avance más silencioso pero más disruptivo fue la integración de IA para acelerar la cadena completa que va del sensor al disparo. En ese marco, Palantir entregó en 2025 los primeros sistemas TITAN al Ejército de Estados Unidos: nodos móviles capaces de procesar datos de múltiples sensores, priorizar objetivos y asistir la toma de decisiones en tiempo real.

Más que un sistema aislado, TITAN representa un cambio cultural: la guerra moderna se libra también en la velocidad de procesamiento y en la calidad del software.

La experiencia ucraniana siguió empujando la frontera de los vehículos terrestres no tripulados (UGV). En 2025, Ucrania aprobó oficialmente el uso de robots armados para tareas logísticas y de combate puntual, reforzando una tendencia clara: en escenarios de alta letalidad, los sistemas baratos y prescindibles son más valiosos que las plataformas perfectas.

Startups locales, como DevDroid, lograron que sus desarrollos pasaran de prototipos improvisados a equipos estandarizados para uso militar.

 

 

Mientras tanto, Europa consolidó un ecosistema propio de defence tech. Empresas como Quantum Systems, Helsing y Tekever crecieron rápidamente, combinando inteligencia artificial, drones y producción industrial. El giro europeo fue político e industrial: reducir dependencia externa y escalar capacidades propias en IA, ciberdefensa y sistemas autónomos.

El balance de 2025 es contundente: la defensa se volvió software-céntrica. La ventaja militar ya no depende solo del tamaño del arsenal, sino de la capacidad de integrar datos, automatizar decisiones y producir tecnología a escala. Drones, IA, láseres y robots no son el futuro: son el presente operativo.