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Costa Rica: el pionero latinoamericano
En los años 90, Costa Rica logró atraer a Intel, que instaló en 1997 una planta de ensamblaje y pruebas en San José.
Estabilidad política y seguridad jurídica.
Mano de obra calificada gracias a un sistema educativo sólido.
Incentivos fiscales dentro de su régimen de zonas francas.
Aunque Intel cerró parte de sus operaciones en 2014 para trasladarlas a Asia, el país ya había generado un ecosistema de talento e instituciones tecnológicas. En 2020, la compañía regresó con una inversión de 350 millones de dólares, reafirmando a Costa Rica como hub tecnológico regional. De este modoe, se demuestra que la inversión extranjera directa puede funcionar como “catalizador” para transformar la estructura productiva de un país.

Vietnam: la apuesta por la integración global
Vietnam pasó de ser un exportador textil a convertirse en uno de los polos tecnológicos más dinámicos de Asia.
Acuerdos comerciales con EE.UU., Corea del Sur y Japón.
Atracción de Samsung, que convirtió a Vietnam en su principal centro de producción de smartphones.
Parques industriales especializados y políticas de formación técnica.
Hoy, Vietnam se perfila como centro de manufactura de chips de gama media y baja, enfocado en ensamblaje y pruebas, con vistas a fases más complejas. En este sentido, queda claro que la integración global y un marco regulatorio atractivo pueden transformar a un país en nodo clave de la industria.

México: semiconductores en clave geopolítica
México ha sido históricamente un hub de manufactura electrónica gracias al T-MEC con EE.UU. y Canadá.
Cercanía geográfica con el mercado estadounidense.
Clústeres industriales en Baja California, Jalisco y Nuevo León.
Beneficios del CHIPS Act estadounidense, que busca reducir dependencia de Asia.
Actualmente, México busca consolidarse como plataforma de ensamblaje y pruebas para la industria automotriz y de telecomunicaciones. El desafío es subir en la cadena de valor hacia diseño y producción avanzada. Por lo cual, se sostiene que la ubicación estratégica y acuerdos comerciales son ventajas decisivas, pero deben complementarse con innovación y talento local.
Reflexión comparativa
Costa Rica muestra cómo un solo actor global puede detonar un ecosistema tecnológico.
Vietnam evidencia el poder de la integración global y tratados comerciales.
México enseña el valor de la geopolítica y la cercanía con grandes mercados.
Para países que buscan sumarse a la industria de semiconductores, como Guatemala, estas experiencias ofrecen un mapa de ruta: estabilidad institucional, formación de talento, alianzas estratégicas y visión a largo plazo son elementos indispensables para competir en el tablero global de los chips.