Qué ordenó el tribunal
Compartir datos de búsqueda con competidores, permitiendo que otros motores mejoren sus algoritmos y ofrezcan resultados más relevantes (Reuters).
Prohibir acuerdos de exclusividad que imponían la preinstalación de Google Search, Chrome, Assistant o Gemini como predeterminados (AP News).
Mantener el millonario acuerdo con Apple, que asegura a Google como motor de Safari a cambio de US$20.000 millones anuales (Financial Times).
Implicancias para los usuarios
Para los consumidores, Chrome y Android seguirán funcionando sin cambios radicales, aunque al configurar un nuevo dispositivo podrían aparecer más opciones de buscadores. Esto abre la puerta a que alternativas como DuckDuckGo, Bing o motores basados en IA tengan mayor visibilidad.
Además, la obligación de compartir datos podría traducirse en mejores resultados y mayor innovación, beneficiando directamente la experiencia de búsqueda.
Impacto en rivales y la industria
El fallo, aunque decepcionante para el DOJ, genera un marco que:
Fortalece a competidores como OpenAI, Microsoft y startups de IA, que dependen de grandes volúmenes de datos.
Limita el poder de Google en el mercado publicitario digital, al impedir acuerdos cerrados.
Obliga a Apple a mantener la diversificación en el largo plazo, pese a conservar su contrato actual con Google.
El frente abierto: la publicidad digital
La publicidad online, el núcleo de ingresos de Alphabet, seguirá bajo escrutinio. En septiembre comienza en Virginia un nuevo juicio antimonopolio sobre su tecnología publicitaria. Si el DOJ logra un fallo más severo, Google podría enfrentar cambios estructurales en su modelo de negocio (Reuters).
Reacción de los mercados
El veredicto fue leído como un alivio en Wall Street: Alphabet subió entre 6 % y 7 %, y Apple ganó un 3 %, señal de que los inversores creen que el statu quo sigue favoreciendo a las grandes tecnológicas (Barron’s).
Un fallo de equilibrio
El juez Amit Mehta reconoció prácticas anticompetitivas pero evitó una ruptura estructural. Para los usuarios, la experiencia seguirá casi intacta; para los rivales, surge una ventana de oportunidad gracias al acceso a datos y la eliminación de exclusividades. La gran incógnita ahora es si el frente publicitario terminará por convertirse en el verdadero talón de Aquiles de Google.