Los últimos días han sido un claro ejemplo. Tras los recientes ataques cruzados entre Israel e Irán, el mercado cripto experimentó una caída generalizada. Bitcoin retrocedió, mientras que otras criptomonedas como Ethereum sufrieron descensos más pronunciados. Esta reacción inicial se alinea con la tendencia de los inversores a buscar activos tradicionales más seguros, como el oro, que ha visto un repunte significativo.
La pregunta clave es si Bitcoin es realmente un activo de refugio o un activo de riesgo en tiempos de crisis. En conflictos anteriores, como el de Rusia y Ucrania, Bitcoin mostró un aumento inicial, pero su alta volatilidad lo aleja de los activos considerados verdaderamente seguros.
Expertos advierten que los grandes inversores institucionales tienden a reducir su exposición a activos especulativos como el Bitcoin en contextos de alta incertidumbre. Esto suele derivar en una “huida al riesgo”, que fortalece al dólar y al oro, debilitando a las criptomonedas.
Sin embargo, algunos analistas sostienen que Bitcoin comienza a ser visto como un valor refugio emergente, impulsado por el creciente interés institucional a través de los ETF de Bitcoin al contado, lo que ofrece una exposición regulada a este activo.
Otro aspecto relevante es el impacto indirecto del conflicto en Medio Oriente sobre el precio del petróleo, que puede generar presión inflacionaria global. Dado que la minería de Bitcoin depende de grandes cantidades de energía, el aumento del precio del crudo afecta directamente su costo de producción, y por ende, su precio de mercado.
Esto configura un ciclo donde la volatilidad del petróleo se traslada al Bitcoin, tanto desde el lado del consumo energético como desde la percepción de los inversores ante un contexto económico más incierto.
A corto plazo, la situación en Medio Oriente seguirá siendo un factor clave en la volatilidad del Bitcoin. Cualquier escalada o desescalada tendrá impacto inmediato en su cotización. Si bien ha mostrado cierta resiliencia, no se descartan nuevas caídas si la tensión aumenta.
A largo plazo, el debate sobre Bitcoin como “depósito de valor” o “oro digital” sigue abierto. Su naturaleza descentralizada y oferta limitada lo convierten en una alternativa atractiva para algunos inversores, aunque su madurez como refugio aún no está consolidada.
La capacidad de Bitcoin para recuperarse tras las correcciones externas será clave para definir su rol en el nuevo orden financiero global.