El distanciamiento comenzó en mayo, cuando Musk renunció a su puesto en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un organismo que había sido creado durante la administración Trump. Con su salida, rompió también los últimos vínculos formales con el trumpismo.
Poco después, el CEO de Tesla y SpaceX criticó con dureza el nuevo proyecto de ley fiscal promovido por Trump, calificándolo como una “abominación repugnante” debido a su alto costo y falta de controles sobre el gasto público.
La respuesta de Trump no se hizo esperar: afirmó que Elon Musk ha recibido “más subsidios del gobierno que cualquier otro ser humano en la historia”, y dejó abierta la posibilidad de revisar su estatus legal en EE. UU., con una sugerente amenaza de deportación.
En tono irónico, Musk replicó insinuando que podría desmantelar la nave Dragon de SpaceX como protesta simbólica. Sin embargo, se retractó pocas horas después, bajando el tono a la escalada.
El conflicto alcanzó un punto crítico cuando Musk insinuó, sin presentar pruebas, una posible conexión entre Trump y Jeffrey Epstein. La acusación provocó una reacción furiosa del expresidente y selló la ruptura definitiva.
Como gesto simbólico, Trump analiza vender o regalar el Tesla que compró directamente a Musk, marcando el final de lo que alguna vez fue una relación de admiración mutua.
La pelea entre Musk y Trump va mucho más allá de lo personal. Se trata de la ruptura de una alianza estratégica entre negocios, política e innovación, con consecuencias que podrían afectar:
Contratos gubernamentales con SpaceX y Tesla, que dependen en parte de licitaciones y subsidios federales.
La percepción pública de Musk como referente empresarial, ahora enfrentado a parte del electorado republicano.
La proyección política de Trump, que pierde el respaldo de una de las figuras más influyentes del sector tecnológico.
En el fondo, el conflicto refleja cómo el poder en EE. UU. ya no se negocia solo en los partidos políticos, sino también en las plataformas tecnológicas y en las redes sociales donde ambos líderes construyen su influencia.