Lanzada en 2018, la Parker Solar Probe utiliza maniobras gravitatorias alrededor de Venus para acercarse progresivamente al Sol. En su última órbita, alcanzó una velocidad récord de 692 km/s, marcando el récord de proximidad de una nave artificial al Sol.
Las imágenes muestran con precisión sin precedentes la corona solar, revelando fenómenos clave como las “campfires” —microexplosiones posiblemente vinculadas a nanoflares— que podrían explicar el misterioso calentamiento de la corona solar. También captó luz zodiacal, con patrones limpios que prometen nuevos descubrimientos sobre el viento solar.
La nave cuenta con un escudo térmico que resiste hasta 1.400 °C, protegiendo sus instrumentos durante su inmersión en la corona. Está equipada con instrumentos especializados como el EUI (Extreme Ultraviolet Imager), que visualiza la atmósfera solar; SPICE, que mide temperaturas y estudia las “campfires”; y SoloHI, que analiza el viento solar y el polvo cósmico.
El estudio de la corona y los nanoflares permite desarrollar modelos más precisos de meteorología espacial, fundamentales para la protección de satélites, redes eléctricas e incluso misiones tripuladas. Además, los hallazgos de la Parker Solar Probe ofrecen una base científica para comprender fenómenos similares en otras estrellas, ampliando nuestro conocimiento sobre la física estelar y el comportamiento de la radiación solar en sistemas planetarios lejanos.
Se espera que la sonda repita órbitas a igual o menor distancia del Sol al menos hasta septiembre de 2025, enviando más datos que profundicen en las dinámicas solares. “Volando tan cerca es un momento histórico en la primera misión humana a una estrella”, afirmó Nicky Fox, directora de la NASA.
La Parker Solar Probe no solo rompe récords de cercanía, sino que abre un nuevo capítulo en la comprensión del Sol y en la protección de nuestras tecnologías en órbita.