El funcionamiento se basa en la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV), es decir, las diferencias entre los intervalos de los latidos. Cuando el cuerpo está relajado, la variabilidad es mayor; en momentos de tensión, se reduce. A esto se suman otros datos como la calidad del sueño, el ritmo cardíaco en reposo e incluso la sudoración de la piel, que algunos modelos avanzados pueden registrar.
Con toda esta información, los dispositivos generan un índice de estrés diario y sugieren ejercicios de respiración, pausas de meditación o alertas para moverse si detectan un estado de tensión prolongada.
¿Qué tan precisas son?
Los expertos coinciden en que estas pulseras no reemplazan una evaluación médica ni psicológica, pero sí funcionan como herramientas útiles para detectar patrones, como aumentos de estrés en ciertos horarios, después de reuniones laborales o con falta de descanso.
Más que una medida clínica exacta, los wearables ofrecen un indicador de tendencia que ayuda a tomar conciencia del propio estado físico y mental.
El futuro del bienestar digital
La integración de sensores emocionales marca un nuevo rumbo en el mercado de los dispositivos de salud. Los fabricantes buscan que el reloj o pulsera se conviertan en un asistente integral de bienestar, combinando actividad física, descanso y estado emocional en una misma plataforma.