Desde bloqueos por IMEI hasta el uso de inteligencia artificial, el ecosistema de defensa evoluciona. Pero ahora, una nueva aliada irrumpe con fuerza: la tecnología blockchain.
El robo de un teléfono no solo implica la pérdida de un objeto caro, también expone datos personales, bancarios, laborales y familiares. La creciente digitalización de la vida convierte a cada celular en una extensión de la identidad. Protegerlo ya no es solo una cuestión de hardware, sino de seguridad digital e integridad ciudadana.
Una de las soluciones más prometedoras que gana fuerza entre gobiernos y fabricantes es el uso de blockchain para crear un registro descentralizado e inviolable de propiedad de dispositivos móviles.
Esta tecnología permite que cada celular tenga una “huella” única e incorruptible que no puede ser modificada por terceros. De este modo, si un dispositivo es robado, el cambio de dueño sería técnicamente imposible sin autorización legítima registrada en la cadena de bloques.
¿Cómo funcionaría?
Cada nuevo celular vendido se registra en la blockchain con su IMEI y la identidad digital del comprador.
Si se reporta como robado, se “marca” como tal en el sistema.
Cualquier intento de revenderlo, reactivarlo o manipularlo sería automáticamente invalidado por los sistemas conectados a esa cadena de datos.
Un celular “marcado” en blockchain perdería valor en el mercado negro. Esta medida, además, incentiva el comercio legal y seguro de dispositivos, tanto nuevos como usados.
Además del blockchain, otras soluciones ya están activas o en expansión:
Bloqueo por IMEI: impide que el celular funcione en redes móviles una vez denunciado como robado.
Kill Switch (apagado remoto): Apple y Android permiten borrar datos y bloquear dispositivos a distancia.
Reconocimiento biométrico: protege el acceso a los datos mediante huella o rostro.
Geolocalización en tiempo real: permite rastrear la ubicación desde otro dispositivo.
Apps de alarma y antirrobo: generan alertas si el celular se separa del dueño o es manipulado de forma brusca.
Inteligencia artificial contextual: algunos modelos detectan movimientos sospechosos e inician bloqueos automáticos.
Autenticación multifactor: para proteger aplicaciones sensibles incluso si el ladrón accede al equipo.
Chile encabeza en la región un proyecto de ley para volver inservibles los celulares robados, prohibiendo su reactivación.
México exige por ley que todos los smartphones incluyan funciones antirrobo.
En paralelo, se exploran acuerdos regionales para que los bloqueos por IMEI y las marcas en blockchain funcionen de forma coordinada entre países.
Si bien ninguna tecnología garantiza la erradicación total del delito, el avance hacia sistemas más integrados y seguros —con blockchain como columna vertebral— promete restar valor a los celulares robados, reducir su circulación y proteger la identidad digital de millones de personas.
La pregunta ya no es si se puede prevenir el robo de celulares, sino cuánto más podemos hacer con la tecnología para anticiparnos al delito.