En una decisión sin precedentes, el gobierno de Estados Unidos adquirió el 10% de las acciones de Intel, el gigante estadounidense de los semiconductores. El anuncio fue hecho el viernes 22 de agosto de 2025 por el presidente Donald Trump, marcando la última y más destacada intervención federal en una empresa privada durante su segundo mandato.
La operación implica una inversión directa de 8.9 mil millones de dólares en acciones comunes de Intel, equivalentes a un 9.9% del capital social de la compañía. Estos fondos provienen de subsidios previamente otorgados pero no desembolsados a Intel bajo el CHIPS and Science Act de 2022 y otros programas federales, reconvirtiendo esa ayuda en participación accionaria. Se estima que las acciones adquiridas están valoradas en aproximadamente 11 mil millones de dólares, sin costo directo inmediato para el Tesoro estadounidense.
El trato surgió luego de una reunión la semana anterior entre Trump y el CEO de Intel, Lip-Bu Tan. Curiosamente, esta negociación se produjo días después de que Trump pidiera la renuncia de Tan por supuestos vínculos con China. En sus declaraciones, Trump defendió la estrategia, calificándola como "un gran acuerdo para América y para Intel" y destacó la importancia estratégica de los chips para el futuro económico y de seguridad nacional de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, SoftBank también compró acciones de Intel, en una jugada que busca potenciar al principal fabricante norteamericano de semiconductores. Masayoshi Son, presidente y CEO de SoftBank Group Corp., declaró: “Los semiconductores son la base de todas las industrias. Durante más de 50 años, Intel ha sido un líder de confianza en innovación. Esta inversión estratégica refleja nuestra convicción de que la fabricación y el suministro de semiconductores avanzados seguirán expandiéndose en Estados Unidos, con Intel desempeñando un papel fundamental”.
Aunque el gobierno estadounidense se convierte en uno de los mayores accionistas de Intel, no tendrá representación en el consejo de administración ni derechos especiales de gobierno. Se comprometió a votar alineado con el directorio actual en temas que requieran la aprobación de los accionistas, salvo excepciones limitadas.
Intel, que ha enfrentado desafíos recientes para competir con rivales en el auge de la inteligencia artificial, como Nvidia y AMD, valoró el acuerdo como un respaldo a su misión de mantener la investigación y fabricación avanzada de semiconductores dentro del país.
Esta decisión estratégica forma parte de la política de la administración Trump para fortalecer el liderazgo nacional en tecnología y manufactura avanzada, en un contexto de competencia creciente con China por la supremacía en chips y tecnología crítica. La acción ha generado un debate sobre el alcance y las implicaciones de la intervención federal en empresas privadas en tiempos de estabilidad económica.