GOBIERNO

Publicado 10/09/2025

La vulnerabilidad tecnológica expuesta por el escándalo de los pasaportes defectuosos

El escándalo de los pasaportes defectuosos en Argentina expuso la falta de controles tecnológicos, la dependencia de insumos extranjeros y la débil capacidad estatal para prevenir fallas en documentos biométricos. Aunque el Gobierno lanzó un chatbot y centros de reemplazo exprés, la crisis refleja una gestión tecnológica reactiva y sin soberanía.
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El escándalo de los pasaportes defectuosos en Argentina expuso la falta de controles tecnológicos, la dependencia de insumos extranjeros y la débil capacidad estatal para prevenir fallas en documentos biométricos. Aunque el Gobierno lanzó un chatbot y centros de reemplazo exprés, la crisis refleja una gestión tecnológica reactiva y sin soberanía.

El fallo y su origen técnico

 

 

 

 

Soluciones tecnológicas implementadas… parcialmente

 

 

 

 

Crítica desde el ángulo tecnológico y de gestión

 

  1. Ausencia de controles preventivos tecnológicos

    La tinta defectuosa recién se detectó en migraciones —y no antes de llegar al usuario—, lo que revela que no existen sistemas de control automatizado o inspección digital previa a la emisión.

  2. Parche digital sin estrategia

    El chatbot es una herramienta útil, pero representa un parche reactivo, no una solución estructural. No hay un plan integral de auditorías o revisión del proveedor tecnológico.

  3. Dependencia sin respaldo propio

    Depender de un solo proveedor extranjero durante más de una década muestra una falta de soberanía tecnológica en insumos críticos.

  4. Riesgo reputacional y operativo

    La inhabilidad de los escáneres para leer estos pasaportes en aeropuertos internacionales afectó la reputación global del documento argentino.

  5. Costo social y operativo

    Hubo largas filas y demoras en aeropuertos, reflejando una ineficiencia logística y tecnológica en la gestión de crisis.

 

 

El caso de los pasaportes defectuosos va más allá de un problema técnico: expone un Estado sin inversión en control digital ni desarrollo tecnológico propio, dependiente de insumos externos y sin previsión para evitar errores en documentos estratégicos. La respuesta con chatbots y centros exprés fue rápida, pero evidencia un modelo de gestión reactivo y frágil, que deja a millones de ciudadanos a merced de improvisaciones tecnológicas.