Europa: regulación antes que experimentos
En la Unión Europea, la prioridad no ha sido incorporar la IA directamente al poder ejecutivo, sino regular sus usos y riesgos.
Ley de Inteligencia Artificial de la UE (AI Act): aprobada en 2024, establece un sistema de clasificación por niveles de riesgo. Los usos de “alto riesgo”, como en la gestión de servicios públicos, estarán sujetos a controles estrictos de transparencia, auditoría y derechos ciudadanos.
Casos puntuales: algunos gobiernos europeos han implementado IA en servicios administrativos (por ejemplo, chatbots en Dinamarca o Estonia para trámites digitales), pero siempre como soporte, no como autoridades políticas formales.
Críticas a Albania: especialistas europeos advierten que lo de Diella contradice el espíritu del AI Act, ya que coloca a una IA en un rol ejecutivo sin marco legal claro.
América Latina: innovación con poca regulación
En la región, el escenario es diferente. Hay avances en digitalización estatal, pero todavía sin leyes integrales de IA.
Argentina: el Estado utiliza IA en áreas como salud, seguridad social y justicia administrativa, aunque no existe un marco regulatorio específico y los proyectos dependen de iniciativas sectoriales.
Brasil: en 2024 se discutió un proyecto de ley de IA inspirado en el modelo europeo, pero aún sin aprobación definitiva. El país ya aplica IA en servicios judiciales y de seguridad pública.
Chile y México: han impulsado observatorios y comités de ética en IA, más orientados al análisis que a la aplicación ejecutiva.
Balance: en la región, la IA se usa sobre todo para optimizar trámites, detectar fraudes y mejorar servicios públicos, pero sin llegar a niveles simbólicos como el nombramiento ministerial de Albania.
¿Qué implica el caso albanés?
La comparación deja en claro que Albania se adelantó a la discusión institucional:
Mientras Europa legisla y América Latina explora usos prácticos, Albania apostó por un gesto político disruptivo, que lo colocó en los titulares, pero también bajo fuertes cuestionamientos.
La legitimidad democrática se vuelve central: en la UE se discute cómo garantizar derechos ciudadanos, en América Latina cómo aplicar la IA sin abusos, mientras que Albania enfrenta críticas por desdibujar la figura de un ministro elegido políticamente.
Un punto de inflexión global
El caso Diella marca un antes y un después:
Europa busca reglas claras antes de innovar demasiado.
América Latina experimenta con IA en gestión pública sin marco normativo sólido.
Albania eligió el camino más arriesgado: poner la IA en el corazón del poder político.
La pregunta de fondo es si este modelo será visto en el futuro como una vanguardia transformadora o como un precedente problemático para la democracia global.