La carrera espacial por conquistar y explotar los recursos del polo sur de la Luna vive momentos decisivos. China confirmó que lanzará la misión Chang’e 7 en 2026 con tecnología innovadora, incluyendo una nave tipo “hopper” para investigar hielo en cráteres permanentemente sombreados, enfrentando condiciones extremas de hasta -100 °C y terrenos complejos.
El objetivo: confirmar la presencia de agua que permitiría la instalación de bases humanas y emprender exploraciones de mayor alcance.
Por su parte, el programa Artemisa de la NASA suma retrasos. Aunque la misión Artemisa III apunta al aterrizaje en septiembre de 2026, la dependencia de la nave Starship de SpaceX y de pruebas clave como transferencias de propelente y aterrizajes no tripulados ha dificultado mantener el cronograma, poniendo en duda la posibilidad de adelantarse a China.
La presión aumenta con la entrada de actores privados. Interlune, startup fundada por ex directivos de Blue Origin, presentó en mayo su excavadora lunar capaz de procesar 100 toneladas de regolito por hora y planea enviar un prototipo en 2027. Sus clientes ya incluyen agencias estadounidenses y empresas tecnológicas, apuntando a la producción de valioso helio-3, mineral fundamental para la futura energía de fusión.
El helio-3, un primo del isótopo del gas que usamos para inflar globos de fiesta, muy apreciado en la industria, es escaso en la Tierra. En 2024 se vendió a 2.500 dólares el litro, o aproximadamente 19 millones de dólares el kilogramo, según un informe del Grupo Edelgas, consignó Forbes en un informe reciente.
El atractivo del polo sur lunar reside en sus cráteres y áreas inclinadas, que conservan hielo y helio-3. Un reciente informe de la misión india Chandrayaan-3 amplió los objetivos mineros al demostrar que pendientes mayores a 14° permiten el mantenimiento del hielo, abriendo nuevas zonas de interés para la exploración y explotación.
La disputa por los recursos lunares trasciende a la geopolítica y el prestigio: controlar el agua y los minerales estratégicos puede definir la próxima generación de energía y presencia humana en el espacio. Gobiernos y empresas aceleran proyectos, mientras la comunidad internacional observa atenta el desenlace de esta nueva era de minería interplanetaria.