Esta iniciativa, efectiva a partir del 1 de octubre de 2025, se produce en un momento de tensión geopolítica y coincide con el anuncio de un drástico aumento en la tarifa de la visa estadounidense H-1B, un permiso clave para la contratación de talento calificado en el sector tecnológico de EE. UU.
El nuevo visado chino está diseñado específicamente para graduados internacionales en campos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y se presenta como una alternativa más flexible frente a las restricciones estadounidenses.
La principal ventaja del visado K es que permite la entrada, residencia y la búsqueda de empleo en China sin requerir una oferta de trabajo previa o el patrocinio de un empleador nacional. Expertos señalan que este es un factor crucial, ya que elimina el principal obstáculo del proceso de la H-1B.
La medida de Beijing es vista como un esfuerzo por proyectar una imagen de apertura a la inversión extranjera y a los profesionales calificados, buscando impulsar su ecosistema de innovación y tecnología en un contexto de incertidumbre económica y aranceles comerciales impuestos por Washington.
El lanzamiento del visado chino cobra relevancia a la luz de la reciente política del gobierno del presidente Donald Trump en Estados Unidos. La administración anunció que las empresas deberán pagar una tarifa de USD 100.000 anuales por cada nuevo trabajador contratado a través del visado H-1B.
Esta visa es ampliamente utilizada por las gigantes de Silicon Valley para reclutar talento extranjero altamente especializado, particularmente de países como la India, que históricamente ha sido el mayor beneficiario del programa.
El encarecimiento del proceso H-1B, que se suma a un sistema de lotería con un número limitado de cupos (85.000 anuales), ha generado alarma global y ha llevado a profesionales y empresas a buscar activamente alternativas, encontrando en la nueva visa K de China una opción “aparentemente más ágil y de menor coste”, según el análisis de Reuters.