
La iniciativa se lleva adelante en el Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, CONICET–UNaM) y surge a partir de un convenio de vinculación tecnológica entre el sistema científico y el sector productivo.
Según detalla el CONICET, Argentina no produce actualmente este tipo de materiales biodegradables, lo que obliga a importar insumos desde el exterior. Este desarrollo busca cubrir esa vacancia tecnológica con producción nacional
El trabajo está liderado por las investigadoras Cristina Area y Pamela Cuenca, junto a equipos del Grupo de Preservación y Envases y del Programa de Celulosa y Papel del CONICET.
El acuerdo con Plastimi permitió instalar una extrusora pelletizadora en la planta de la empresa, lo que posibilita escalar el desarrollo desde el laboratorio a una etapa piloto de producción.

El material obtenido se presenta en forma de pellets biodegradables, que luego pueden utilizarse para fabricar bolsas y películas flexibles. El uso de almidón de mandioca no solo responde a criterios ambientales, sino también productivos, ya que se trata de un insumo disponible localmente, con potencial para agregar valor a economías regionales.
De acuerdo con el CONICET, el proyecto también incorpora un enfoque de aprovechamiento integral de recursos, ya que se evalúa la utilización de derivados de la industria forestal para mejorar las propiedades del material, avanzando hacia un esquema de economía circular.

Además del uso en bolsas comerciales, el desarrollo contempla posibles aplicaciones en el sector agropecuario, como la fabricación de films biodegradables, con el objetivo de sustituir materiales plásticos de difícil recuperación ambiental.
La experiencia representa un ejemplo concreto de transferencia de conocimiento desde la ciencia pública hacia la industria, orientada a resolver problemas ambientales, reducir importaciones y generar innovación con base territorial.