La propuesta, presentada como un ajuste “técnico y necesario”, generó una tormenta política entre defensores de derechos digitales y empresas de tecnología que acusan a Bruselas de ceder ante la presión de Big Tech y de Estados Unidos.

Según adelantó Reuters, la Comisión busca retrasar la entrada en vigor de regulaciones consideradas demasiado estrictas y redefinir qué datos pueden usar las grandes plataformas para entrenar modelos de IA. Un giro que, para algunos, marca el fin de la era europea como referencia global en regulación tecnológica.
Un paquete que relaja obligaciones clave
• Aplazar hasta diciembre de 2027 las reglas más duras para sistemas de “alto riesgo”.
• Simplificar el consentimiento de cookies.
• Cambiar la definición de “datos personales” para permitir más entrenamiento de modelos sin permisos adicionales.
• Eximir del registro obligatorio a sistemas de IA de funciones “limitadas”.
La Comisión justificó el giro señalando que Europa no puede seguir “perdiendo terreno” frente a Estados Unidos y China y que necesita “reglas más previsibles” para impulsar innovación.

La reacción: entre alarma y reproche
Organizaciones de derechos digitales advirtieron que la UE está lista para “desandar veinte años de protección ciudadana”. Max Schrems señaló que con estos cambios “todos tus datos terminan alimentando algoritmos de Big Tech”.
Eurodiputados acusaron a Bruselas de “ceder a presiones” de grandes plataformas y del gobierno de Donald Trump.
Del otro lado, parte del sector tecnológico celebró que el marco anterior era “tan ambicioso como paralizante”, y vio en este giro un freno regulatorio clave para no quedar rezagados en la carrera global.

Impacto fuera del continente
El cambio puede hacer que el “sello europeo de protección de datos” deje de ser el estándar más exigente del mundo.
Para Argentina, aparece el dilema entre aprovechar un escenario más flexible para innovar y, a la vez, proteger a los ciudadanos frente a una IA más intrusiva.
El paquete aún debe aprobarse en gobiernos nacionales y Parlamento Europeo. Si avanza, reconfigurará la conversación global sobre innovación, derechos digitales y soberanía tecnológica, y mostrará a una UE que, por primera vez, decide correr más rápido en la carrera por la IA, aun si eso implica aliviar reglas propias.