El futuro de la Inteligencia Artificial y del cómputo a gran escala podría estar orbitando la Tierra. Los motivos son claros: la IA demanda cada vez más energía, agua, terreno y refrigeración. La Tierra ya está mostrando límites y espacio ofrece algo que ningún país puede dar: energía solar continua, refrigeración natural y escalabilidad casi infinita.
Google — Project Suncatcher
Google trabaja en “Project Suncatcher”, un programa para probar servidores y chips de IA diseñados para operar en órbita. Su objetivo es lanzar módulos experimentales entre 2026 y 2027.
Starcloud
La startup Starcloud —hoy convertida en uno de los nombres más influyentes del sector— ya logró enviar un satélite equipado con una GPU de clase data center, en colaboración con Nvidia. Es el primer experimento real de “computación espacial” y posiciona a la empresa como pionera.
Nvidia
Nvidia no se queda en el rol de espectador. Trabaja activamente en hardware resistente a radiación y optimizado para ambientes espaciales. Su respaldo a Starcloud y su participación en investigaciones con proveedores espaciales la ubican como el motor de cómputo de esta nueva industria.
SpaceX
Elon Musk ya dijo abiertamente que Starship podrá transportar módulos completos de centros de datos. Su rol no será desarrollar el hardware sino habilitar la logística, tal como hizo con el mercado satelital. Sin lanzadores reutilizables, el modelo sería inviable.
Blue Origin
Jeff Bezos se sumó al debate afirmando que ve “totalmente factible” la existencia de data centers a escala gigavatio en órbita en los próximos 10 a 20 años. Su compañía trabaja en arquitecturas para ensamblaje orbital y en sistemas de energía solar en el espacio.
Tesla y otros actores periféricos
Tesla aparece tangencialmente: algunos sistemas de captura y gestión energética desarrollados para sus soluciones solares podrían adaptarse a infraestructuras orbitales. También ingresan al ecosistema actores de robótica espacial, comunicaciones ópticas y refrigeración avanzada.

La creciente atención que las empresas prestan a las oportunidades espaciales se fundamenta en una serie de factores estratégicos y técnicos. En primer lugar, la energía solar ilimitada representa una ventaja competitiva significativa. Los satélites ubicados en órbitas específicas pueden captar hasta ocho veces más radiación solar que en la superficie terrestre, lo que permite una generación de energía sustancialmente mayor.
En segundo lugar, el vacío espacial ofrece un sistema de refrigeración natural, disipando el calor directamente al espacio profundo, lo que reduce la necesidad de sistemas de refrigeración complejos y costosos. En tercer lugar, la huella ambiental de las operaciones espaciales es considerablemente menor. La ausencia de consumo de agua y el impacto local reducido contribuyen a una operación más sostenible. En cuarto lugar, la escalabilidad total elimina las restricciones impuestas por el terreno, los permisos, el impacto urbano y las redes eléctricas saturadas, permitiendo un crecimiento más ágil y flexible.
Finalmente, la proximidad a la constelación satelital facilita las aplicaciones de monitoreo, clima, defensa y agricultura, optimizando la comunicación y la recolección de datos. Si bien el modelo presenta riesgos y desafíos técnicos considerables, el desequilibrio entre la creciente demanda de inteligencia artificial y la infraestructura terrestre existente está acelerando la inversión en estas tecnologías espaciales.

Los obstáculos significativos que aún impiden la implementación a gran escala de centros de datos orbitales incluyen:
Radiación espacial: la radiación espacial representa una amenaza considerable para los componentes electrónicos, tales como chips y memorias, lo que puede resultar en fallas operativas y deterioro del hardware.
Costos y logística de lanzamiento: a pesar de los avances en la tecnología de cohetes reutilizables, los costos y la complejidad logística asociados con el lanzamiento de satélites al espacio permanecen elevados, representando un desafío considerable para la viabilidad económica de los centros de datos orbitales.
Basura orbital y riesgo de colisiones: la creciente cantidad de basura orbital constituye un riesgo significativo de colisiones, lo que ha generado una creciente preocupación entre los reguladores y la industria espacial. La mitigación de este riesgo es fundamental para la seguridad y sostenibilidad a largo plazo de las operaciones espaciales.
Obsolescencia del hardware: la actualización de hardware en órbita es considerablemente más compleja y costosa que la actualización de servidores terrestres. Esta dificultad plantea desafíos para mantener la funcionalidad y el rendimiento óptimos de los centros de datos orbitales a lo largo del tiempo.
Viabilidad comercial incierta: actualmente, la mayoría de las iniciativas relacionadas con centros de datos orbitales se encuentran en fase experimental, lo que genera incertidumbre sobre su viabilidad comercial a largo plazo.
A pesar de estos desafíos, existe un consenso generalizado dentro del sector de que los primeros centros de datos orbitales funcionales estarán operativos antes del año 2030.
Lo que está en marcha no es un proyecto de una empresa. Es la apertura de un nuevo capítulo donde Google, Nvidia, Starcloud, SpaceX, Blue Origin y otros actores experimentan con una idea disruptiva: que el futuro del cómputo, la IA y la energía digital podría estar fuera del planeta.
Una tendencia que, como toda disrupción tecnológica, plantea oportunidades, riesgos y desafíos regulatorios profundos.