
Dinamarca: prohibición para menores de 15 años
El gobierno danés anunció un plan nacional para prohibir el uso de redes sociales a cualquier persona menor de 15 años, aunque permitirá un acceso limitado a los de 13 y 14 años con autorización de los padres y una evaluación formal.
La iniciativa ya cuenta con un acuerdo político en el Parlamento, pero aún resta redactar y aprobar las reglas finales. La verificación de edad estará vinculada al sistema de identificación digital de Dinamarca, lo que permitirá controlar el acceso en plataformas como TikTok, Instagram, Snapchat y YouTube.
Las autoridades sostienen que el objetivo es “proteger la infancia y el bienestar mental de los menores”, tras estudios que alertan sobre el impacto del uso intensivo de redes en la ansiedad y el desarrollo emocional de los niños.

Australia: prohibición para menores de 16 años
En paralelo, el gobierno australiano aprobó una ley que prohíbe el acceso a las redes sociales a todos los menores de 16 años, la cual entrará en vigor el 10 de diciembre de 2025.
El primer ministro Anthony Albanese defendió la medida asegurando que las redes sociales “están teniendo un impacto negativo en la salud mental de los jóvenes” y comparó la nueva ley con otras regulaciones que antes parecían imposibles, como los límites al alcohol o la prohibición de celulares en las escuelas.
Las plataformas incluidas en la norma —entre ellas TikTok, Instagram, Snapchat, YouTube, X y Reddit— deberán implementar sistemas de verificación de edad estrictos. Las empresas que incumplan podrían recibir multas de hasta 50 millones de dólares australianos (unos 33 millones de dólares estadounidenses).

Un cambio global en la regulación digital
Estas decisiones de Dinamarca y Australia marcan un punto de inflexión en la relación entre los gobiernos, las plataformas tecnológicas y la infancia. Expertos advierten que podrían inspirar medidas similares en Europa y América Latina.
En un contexto donde las redes sociales se convirtieron en parte central de la vida cotidiana, los países nórdicos y oceánicos están buscando redefinir los límites entre libertad digital y protección emocional, apostando a un nuevo equilibrio entre derechos, privacidad y salud mental.