La compañía presentó recientemente su antena Ultra, orientada a empresas y gobiernos, diseñada para garantizar velocidades superiores y conectividad estable en entornos críticos. En paralelo, anunció terminales más pequeñas y económicas para hogares, pymes y despliegues rurales. Aunque la oferta todavía está en fase “preview”, el mensaje es claro: Amazon quiere competir directamente con Starlink.

Un negocio que apunta a más que vender Internet
Si bien Amazon presenta Leo como un servicio de conectividad global, la estrategia corporativa va más allá. La empresa busca integrar Internet satelital a su ecosistema tecnológico, especialmente a AWS, su plataforma de servicios en la nube.
Esto significa que gobiernos, empresas de energía, minería, agro o transporte podrían conectar directamente sus sistemas remotos a la infraestructura de Amazon, habilitando redes privadas, edge computing y nuevas capas de servicios basados en datos. En otras palabras: no es solo Internet; es infraestructura digital global bajo la órbita de Amazon.
Con más de 150 satélites lanzados y la autorización de la FCC para desplegar más de 3.200, la empresa acelera hacia un modelo donde la conectividad —como la computación en la nube— sea otro pilar estratégico.

La ofensiva de Amazon confirma que el acceso a Internet ya no es solo un problema de infraestructura local: es parte de la competencia global entre actores tecnológicos que buscan controlar la última milla digital. Como sucede con Starlink, China SatNet o los proyectos europeos, el dominio de la conectividad satelital definirá la forma en que países como Argentina se integran a la economía del siglo XXI.
Amazon apuesta a que su red de satélites se convierta en el “AWS de la conectividad global”. Si lo logra, Argentina podría beneficiarse de una de las mayores revoluciones tecnológicas de la década —siempre que logre adaptar su regulación, reducir barreras de ingreso y garantizar que la competencia llegue realmente a los usuarios.